Una situación difícil es la que vive este edificio del centro de Zaragoza, los vecinos residen con miedo, el inmueble ha sufrido muchos desperfectos, como por ejemplo, un ascensor sin puerta, la cerradura de la entrada principal del bloque es inexistente y las de muchas de las viviendas están quebradas. Los okupas se encierran en «sus propiedades» con las persianas bajadas y las ventanas cerradas. La situación es difícil y «la gente está preocupada», comentó un vecino, que no quiso ser fotografiado y tampoco desvelar su identidad.

PROFESIONALES

El verdadero problema reside en que esta gente «no es un pobre padre que con 50 años lo mandan a la calle, estamos hablando de okupas profesionales», expresó uno de los vecinos. Los okupas profesionales quieren obtener un rédito de esa ocupación. Asimismo, el propio vecino manifestó que «se asoman a la ventana y dicen lo que vale el piso, que venden la casa». Han alcanzado el punto álgido de la profesionalización, porque según comentó una de las vecinas, se trata de pisos que llevan en venta seis años, desde el año 2013, y precisamente «se han ocupado ahora que había comenzado la comercialización». No es ninguna coincidencia.

Solo hay que subir por las escaleras de los distintos rellanos de los bloques, llamar a los timbres de las casas y darse cuenta de cómo está verdaderamente la situación. Unos vecinos asustados a los que se les escucha abrir los varios cerrojos que protegen su puerta, antes de ofrecer su versión de cómo es la vida en esas circunstancias: «Una situación incómoda y sobre todo insegura, porque legalmente, nos encontramos desamparados», lamentó uno de los residentes del inmueble.

Los primeros días fueron los más conflictivos: había bastante más barullo, la música estaba alta con las ventanas abiertas e incluso llegaron a tirar cosas a la policía en su intento de desalojarlos, comentaron los vecinos. Y el problema con la música no cesa: «Tienen la música alta y lo hacen para provocar. Saben que la policía no puede hacer nada y por eso hacen todo esto. Son muy maleducados», añadió una de las vecinas. Los ciudadanos que habitan estas viviendas son «gente trabajadora, muy corriente», y por esta razón, les molesta el hecho de que la música esté a un volumen excesivo durante toda la noche y hasta las primeras horas del alba.

Algunos vecinos afirmaron que no habían recibido acciones violentas por parte de estos okupas, no obstante, uno de los residentes destacó que «hay una persona que ha tenido que salir de su casa, y en el momento que un vecino tiene que abandonar su propiedad, como sociedad algo estamos haciendo mal».

Al final, todo el mundo espera que se solucione de la mejor manera, los residentes piden que vuelva la calma a sus casas, poder recuperar la tranquilidad que encontraron en su día en el centro de Zaragoza. A uno de los habitantes del bloque que se prestó a hablar le parece «bien» que «todo el mundo tenga comida y que todo el mundo duerma bajo techo» pero remarcó que «no te puedes sentar a hablar con alguien que está destrozando cosas», defendiendo que un día existió la convivencia y la paz entre los vecinos. A pesar del intento de este diario de hablar con los okupas, no quisieron declarar.