Al menos 19 de los 40 invitados que tenían reservado sitio en la tribuna del público (con nombre y apellidos) no estaban ayer en el hemiciclo a las diez de la mañana, cuando empezó a hablar el popular Gustavo Alcalde. Tampoco a las diez y media. Alguno no apareció en toda la mañana. Otros andaban en ese gran clásico de entrepasillos . Y hubo uno, incluso, que se creyó una indicación equivocada de que la zona estaba llena (sobre el papel, tal vez) y no se atrevió a entrar hasta que alguien le aseguró que había, casi, más asientos libres que ocupados.

Conste que se puede hacer un listado con los titulares de las faltas de asistencia, pero 19 nombres dan para mucho. Destacar que Gustavo Alcalde (era el turno de la oposición) tenía varios compañeros de partido en esa tribuna alta. Pero que hubo otros que no se dejaron ver (el grupo municipal de Zaragoza, con su jefe de filas, José Atarés, a la cabeza, tampoco envió ayer representación).

Era el debate como una letanía, con pocos sobresaltos que llamaran la atención y menos aún la capturaran. Y ese ambiente de capilla-confesionario lo remató Chesús Bernal, portavoz de CHA, al hablar de la película Los Diez Mandamientos para avisar a Marcelino Iglesias de que Moisés guió a su pueblo a la tierra prometida --tras cruzar el mar Rojo (¿del trasvase?)-- pero no la vio. ¿Ya sabría Cecil B. de Mille que alguien plagió su peli y escribió La Biblia ?

En fin. Que Bernal enlazó una crítica con otra, pero tuvo un par de piropos. Uno para Iglesias: "Ya le he dicho que las cosas van bien". Aunque se pueden mejorar mucho, vino a añadir. Otro para la consejera de Educación, Eva Almunia, cuya sonrisa ensalzó hasta el punto de hacerla ruborizar . Y sonreír todavía más. Después, en la cafetería, durante el único descanso ordenado por Francisco Pina, presidente de la Cámara, por "razones técnicas", se oyó la consejera todo tipo de comentarios sobre lo bonita que es su sonrisa.

Por cierto que las razones técnicas eran más bien fisiológicas. Tras cuatro horas sin parar, había que salir a... respirar. Eso. Aún faltaban, al menos, otras dos horas.

Si es verdad que muchos invitados fallaron, también lo es que quienes acudieron aguantaron estoicamente cerca de seis horas de usted dijo , usted prometió , usted no ha hecho , yo sí sé , cuando quiera le doy los datos oficiales o cuando sea presidente lo entenderá (vale, esto no es literal, pero recoge el espíritu).

Se estrenó en estas lides --en el papel de público-- la nueva delegada de la DGA en Madrid, Esther Monterrubio, firme en el asiento ayer y el martes. A los empresarios no les interesó la jornada de réplica y dúplica y réplica y dúplica. A los sindicalistas, sí. Cuando hacia las cuatro de la tarde, Pina despidió a sus señorías hasta las diez de la mañana de hoy, les puso deberes: háganme bien las propuestas de resolución, que no vea yo que se salen de los temas de debate . Veremos.