Granrecogidadealimentos.org es el punto de partida. Entrar, pinchar, rellenar un formulario básico y hecho. En poco más de un minuto, el Banco de Alimentos tiene uno de los 3.000 voluntarios que anda reclutando sin desmayo para sacar adelante la campaña más difícil de su historia. Lo es porque, a diferencia de otros años, las medidas covid impiden la donación directa de alimentos. Esta vez la gente tiene que pasar por caja y decir cuánto quiere donar, un acto igual de generoso pero más frío. Ahí radican los temores de los responsables de esta fundación en Zaragoza, conscientes de que no es lo mismo una entrega física y voluminosa que el metálico de una caja de supermercado o el pago virtual que también se puede hacer en la web. En cualquier caso, en esta semana vuelcan todas su fuerzas, que se redoblarán el viernes y el sábado al desplegar el mayor número de voluntarios por las distintas tiendas de Aragón.

La gran recogida de alimentos no se detiene en tiempos de covid. «Con más razón que nunca, con más urgencia que nunca». Bajo el paraguas de la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), sus 54 Bancos de Alimentos vuelven a reunir su mayor evento solidario.

El Bancos de Alimentos garantiza el mantenimiento de la ayuda a las entidades sociales durante meses, más en esta campaña que llega inmersa en una crisis sin precedentes, desbordados en muchos casos por la demanda, las solicitudes que en el estado de alarma crecieron más de un 40% en España, donde los distintos bancos han pasado «de atender a 1.050.000 personas a 1,5 millones en el verano». No es lo peor. Se temen que al cerrar el año «serán 1.800.000».

La Gran Recogida es esencial en esta inyección de producto a las despensas de los meses tan duros que se nos avecinan. Lo es en España, también en Zaragoza, donde está fundación sin ánimo de lucro funciona infalible. «Lo ideal sería que desapareciéramos, que no creciéramos», afirma lógico su presidente, José Ignacio Alfaro, que está al frente de 143 voluntarios que no cobran «absolutamente nada». «Nos pagamos hasta la gasolina e incluso abonamos una cuota al banco. Solo tenemos media nómina de una persona en la oficina».

Más que suficiente, con eso les basta para repartir 4 millones de kilos al año, una media de 15 toneladas diarias, con un ratio de 147 kilos por persona y año. Con esos números, los cálculos son fáciles: hay ayuda para más de 27.000 personas cuando a cierre del año pasado los beneficiarios fueron 20.000 (un 35% más). «La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) dice que a partir de 140 kilos no te mueres de hambre, así que...». Así que de momento tiene algún kilo de sobra el equipo de Alfaro, que sabe que el objetivo es que el banco aguante como sea, «que perviva, que es muy difícil». Por eso va «dando sablazos entre los amigos» y consigue, aun en este momento tan difícil, «atender» a todo el mundo que lo solicita, aunque sospecha que viene lo peor. «No hemos dicho a nadie que no, pero creemos que esto se va a complicar a partir de febrero».

Promoción gitana es la entidad que más ayuda recibe del Banco de Alimentos. Atiende a más de 4.000 mil personas con 290 toneladas al año. Al Refugio llegan 225 toneladas, 137 a Misión Evangélica, 117 a San Pablo, 115 a la parroquia del Carmen...

Trabajo informativo en las tiendas

Pese a su solidez y su buena organización, el impacto covid le ha obligado a cambiar de planes para la gran recogida de este año. «Se han apuntado voluntarios, claro. El problema es que necesitamos 3.000. En el banco trabajamos gente mayor, jubilados, todos de 60 hacia arriba. Su trabajo será sobre todo divulgativo, «estar delante de las tiendas para hacer un trabajo informativo. Este año no va a haber que recoger alimentos, ni acarrearlos, ni clasificarlos. Hay que informar a la gente que entra a la tienda de que, debido al covid, no se puede hacer como siempre. Esta vez, cuando pasen por caja para pagar, hay que informar a las personas que entran de que en las cajas habrá unos bonos y ahí puedes decir que te apunten 1 euro, 5 o 50», explica Alfaro.

Cuando termine la campaña, el Banco de Alimentos tendrá un saldo a favor en cada una de las tiendas y tres meses para gastarlo. «Siempre compraremos alimentos, nunca cogeremos el dinero. E iremos adquiriendo en función de lo que falte en los almacenes», cuenta el presidente, que admite que es «más frío», lo cual le genera incertidumbre. «Nosotros recogemos más de 450.000 kilos (casi una octava parte del año) solo en estos dos días. Si sale mal la cosa...».

La campaña empieza hoy, pero con presencia de voluntarios reforzada el viernes y el sábado, los días fuertes. Los cajeros también podrán informar a los clientes de que la situación no es la misma que otros años, que no hay recogida de bolsas, pero que esta vez la aportación es más importante que otras.

Lo dice también el Comisionado del Gobierno de Aragón para la Infancia, que asegura que el nivel de ingresos de las familias ha sufrido un importante descenso en la última década y «es muy posible que, en función de cómo se desarrollen los acontecimientos como consecuencia de la influencia de la pandemia en el ámbito laboral, nos encontremos con nuevos pobres, jóvenes con hijos que no han pasado nunca por esta tesitura y que, además, tienen unas obligaciones hipotecarias o crediticias en general que tensa aún más sus economías».

En el Presupuesto del Ayuntamiento de Zaragoza del 2020, los convenios con entidades sociales se incrementaron un 5,8%, alcanzando un valor global de 5.325.000 euros. En concreto, el convenio con el Banco de Alimentos pasó de 10.000 a 35.000 euros. Durante la crisis, el consistorio colaboró con el Banco de Alimentos, con el que el ayuntamiento volvió a incrementar el convenio en otros 20.000 euros adicionales. El importe final de la colaboración de Zaragoza con el Banco de Alimentos en este 2020 asciende a 55.000 euros, según el área de Acción Social.