Fermín tiene 81 años. Ha sido agricultor en su pueblo natal (Plou), metalúrgico, marroquinero, comerciante, hostelero... Toda una vida plagada de trabajo y sacrificio que cada final de mes se le recompensa con apenas 700 euros. Casi 500 van destinados a pagar el alquiler del piso donde vive con su esposa, pero este jubilado turolense tiene ojos de optimista. Aunque es uno de los miles de afectados por la decisión del Gobierno de no revalorizar las pensiones de acuerdo con el Índice de Precios al Consumo (IPC), "no nos falta para comer", asegura.

Todos los días acude al Centro de Convivencia para Mayores Francisco de Goya, en Zaragoza. Viste siempre muy elegante. La corbata que lleva hoy se la trajo de Hong Kong una de sus cuatro hijas, que estuvo allí trabajando. "Por la mañana leo EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, y por las tardes juego a las cartas", explica. Aún le quedan varias páginas para terminar su repaso al diario, pero Álvaro ya le trae otro y se sienta con él a conversar. Este bilbilitano de 87 años es otro habitual del club que también acumula muchos oficios a sus espaldas. En el que más tiempo pasó fue como administrativo de una empresa --"chupatintas", dice él-- pero luego "cerró y me despidieron por cuatro perras", recuerda.

Álvaro llegó a tener tres empleos a la vez para poder criar a sus seis vástagos, que le han alegrado la vida con diez nietos e incluso un bisnieto. "Soy rico en hijos, no en dinero", bromea. La pensión que recibe alcanza los mil euros mensuales, pero la mitad es para pagar su casa, donde vive con su mujer y un hijo separado, "al que no le quedó otro remedio que volver con nosotros", añade. Confiesa que su mujer compara los precios en distintas tiendas para comprar más barato, un truco más necesario desde que se estableció el copago por receta. "Tomo medicamentos para todo, de los pies a la cabeza: pastillas, parches, oxígeno...", cuenta con resignación antes de criticar a Zapatero porque "no anunció la crisis hasta que se le echó encima".

En la barra del Centro toman el aperitivo Plácido, de 85 años, y Eusebio, de 77, quien defiende que "al que gane menos de 1.500 euros no deberían tocarle el bolsillo". Denuncia indignado que cotizó 49 años en España y solo siete en Francia, pero que, en comparación, cobra más allí. "No me parece justo que solo se tengan en cuenta los ultimos años de cotización. Con mil y poco euros no vivo mal, pero gracias a que tengo ahorros. Y eso que les pagué todos los estudios a mis cuatro hijos", señala. Todos niegan haber vivido por encima de sus posibilidades, "pero mucha gente sí lo ha hecho, y ahora pagamos justos por pecadores".