Lo que se da no se quita, pero lo que se presta sí. Conviene que lo tenga presente Pedro Sánchez, tras el lógico subidón de la noche electoral. El líder socialista superó la última pelota de partido de su accidentada carrera política y se legitimó al frente de un partido -el suyo- que hasta ahora le ha querido poco y mal. Los militantes, tan importantes en las resurrecciones de Sánchez, tardaron entre poco y nada en marcar la línea roja o mejor dicho naranja que no debe cruzar bajo ningún concepto.

«Con Rivera no» fue la petición al unísono y también una de las claves para entender lo que ha pasado el 28-A. Hemos votado en masa y lo hemos hecho por solidaridad, por responsabilidad, para evitar un mal mayor, hemos escogido a las opciones menos imperfectas, en muchas ocasiones hemos prestado nuestro voto. El préstamo tiene una contraprestación llamada Política, así, con mayúscula, que no es otra cosa que diálogo para combatir el odio, consensos para aparcar la crispación. Los ciudadanos han salvado la papeleta (nunca mejor dicho) con los votos prestados, ahora le toca a los elegidos salvar la política. «Sí se puede», coreaban mirando al balcón de la sede socialista en clara alusión al color del pacto, «sí se debe» añaden los que han prestado su voto.

Entre el electorado socialista no quieren a Rivera y Rivera no quiere a Sánchez, unos y otros han dejado claras sus fobias así que podría parecer un asunto zanjado, pero no lo es. La falta de contundencia de Sánchez y las preferencias de sectores económicos y empresariales dejan una duda razonable en el ambiente.

Rivera parece decidido a despejar la incógnita lo antes posible: harán oposición, repite, el objetivo no es Sánchez sino Casado, interpreto. Ciudadanos ansía fagocitar a los populares para liderar el centro y la derecha, que no es lo mismo que el centro-derecha. Teñir de naranja parte del voto azul y verde y seguir defendiendo que no son ni una cosa ni la otra sino todo lo contrario. Convertir el voto prestado en voto por liquidación total, no está mal la jugada.

¿Y Cataluña? Para el partido naranja parece haberse convertido en un mero reclamo para situar su mensaje a nivel nacional. Inés Arrimadas siguió los resultados electorales desde Madrid y atendió a los medios en la sede nacional del partido, un detalle que hace pensar en su posible nombramiento como portavoz parlamentaria. Cataluña vertebra su discurso, pero lo hace cada vez más desde Madrid, parece que estamos asistiendo a la transmutación de Ciutadans en Ciudadanos. Sus resultados en Cataluña, alejados del gran crecimiento estatal de la formación, pueden ser la primera consecuencia. El partido catalán se queda con los mismos cinco escaños a pesar del incremento de participación.

Ciudadanos, PSOE, Podemos y Vox deben tener claro que por mucho que se encomienden a Margarita Lotti, nombre real de Santa Rita, aquí no hay nada dado, solo un préstamo que podemos recuperar en cualquier momento. Esa es nuestra fuerza y -en otro orden de cosas- la única esperanza del PP.