Siempre se ha dicho que la economía aragonesa tenía que estar al acecho porque depender de un gigante como General Motors, con su poder y su frialdad, era --y es-- todo un riesgo. Por eso nació Pla-Za, como primer símbolo claro de la diversificación industrial y por eso también el sector del papel, con Saica como buque insignia, es un claro referente del secundario en Zaragoza, sin olvidar el gran avance de los servicios. Pero este primer crack de GM desde que hace 22 años llegara a Figueruelas ni debe ser considerado como una catástrofe irremediable ni hay que ver las cosas con la frialdad que demuestra el Gobierno de Aragón al quitar hierro a la crisis y asegurar tajantemente que se podrá absorber el impacto negativo del plan.

Es cierto que los directivos de GM Europa han valorado la capacidad de producción de la planta de Figueruelas y han limitado el impacto de la crisis a un 7%, cuando en las fábricas de Alemania la pérdida de empleo anunciado llega al 20%. Puede ser razonable la reflexión de que para una plantilla de 8.400 trabajadores ese porcentaje es mínimo y muchas empresas de Aragón textiles, del calzado o turísticas han vivido este mismo año situaciones de crisis porcentualmente similares. Pero no es lo mismo una nómina de GM que una de turismo.

El problema es que ahora le toca al que todavía es el motor principal --aunque tenga ya en marcha otros de repuesto--. Y lo que es peor, que Aragón va a tener que sumar 600 --o los que al final sean-- parados más a una lista que ya empieza a ser larga. Porque nadie debe olvidar que este mismo año cerró Moulinex en Barbastro (cerca de 300 puestos de trabajo), Lanipiel en Huesca (60) y en esta misma década Walthon (casi 200), sin dejar al margen las crisis de Delphi (unos 700 más) y alguna más.

Nadie duda que en Aragón se han creado muchos puestos de trabajo en los últimos años, que estamos casi en el pleno empleo (hay un paro técnico en hombres y una pequeña tasa en mujeres) pero hemos cambiado empleos sólidos, contratos de solera, industriales, por una gran cantidad de contratos basura y se ha tejido un marco económico de servicios. Quizás es la apuesta, pero en lugar de restar se están sumando despidos y esto no beneficia en nada a Aragón. Menos todavía cuando los que han empezado a restar son los que más actividad generan. GM no va a cerrar en Figueruelas, por ahora. Si dentro de unos meses la multinacional no despunta, habrá que volver a temblar hasta conocer el futuro plan. Por eso es muy preocupante la tónica de seguir restando.