La notificación de la jubilación forzosa de José Luis llegó, como en casi todos los casos, a través de un miembro del personal de Administración. Fue el pasado 5 de julio y, para él, tampoco fue una sorpresa. "En realidad, lo esperábamos desde el día en que enviamos el recurso y la solicitud de seguir en activo", admite el facultativo.

Por eso, la negativa no fue lo que más dolió. Como denunció la plataforma de Médicos Indignados de Aragón, lo más hiriente fueron esas formas utilizadas para trasladar el retiro obligado. "Esas formas son intolerables. Puedo llegar a asumir que mi petición de prórroga fuera denegada y, de hecho, así ha sido en la totalidad de los casos, sin excepciones, pero el modo de hacerlo provoca que te quedes con la sensación de que te han utilizado durante 41 años".

De hecho, José Luis lamenta que el Salud "no haya tenido el valor de decirme a la cara que me voy a la calle y agradecerme, tanto a mí como a mis compañeros, los servicios prestados durante todo este tiempo".

Ahora, con 68 años, el final de su trayectoria profesional le llega con la conciencia de que sus servicios podrían haber sido útiles al sistema durante varios años más. "Creo que era necesario y, sobre todo, conveniente y útil para, principalmente, enseñar a los que vienen detrás y mostrarles el camino para facilitar en alguna medida su incorporación y adaptación al sistema sanitario", asegura.

Además, en su sección, asegura, "no vamos sobrados de personal e, incluso, se podría decir que se necesitan más profesionales". Pero José Luis comienza a asumir la complejidad de la empresa. "Sigo con ganas de luchar, aunque he de reconocer que también siento cierto grado de resignación". Ni siquiera la paralización del plan en otras comunidades autónomas aumenta su optimismo. "Veremos qué pasa aquí", se limita a decir.