José Manuel levanta la vista, echa una ojeada al cielo y resopla: "Todavía me quedan un puñado de horas bajo el sol". Las calles vacías de Zaragoza muestran que la alerta roja por calor ha llegado a la ciudad. Las escasas zonas de sombra se encuentran repletas de ciudadanos que esperan con paciencia en los semáforos y las paradas de autobús. Un calor abrasador, de más de 40 grados, expresado en el sudor que se desliza por la piel de un grupo de operarios a los que el trabajo ha llevado a la calle Hernán Cortés. "Lo peor de trabajar en la calle en verano es el calor sofocante" afirma José Manuel.

Trabajar al aire libre es algo con lo que numerosas personas tienen que convivir. Una tarea, tan habitual como necesaria, que se torna más dura a lo largo de los meses de verano, en los que las ciudades se salpican de obras que tratan de poner a punto sus deficiencias. Alberto, José Manuel y Ángel, experimentados operarios, hacen una señal al compañero encargado de manejar la máquina. De inmediato, el penetrante sonido enmudece y Alberto se acerca con una mirada curiosa.

El trabajador, restando complejidad al asunto, explica que una tubería de abastecimiento es la causa de que ellos estén allí. El asfalto levantado refleja el foco del problema y el operario, resignado, declara: "Tenemos que trabajar donde toca, si la avería está al sol, trabajamos al sol, no podemos elegir". A pesar de las altas temperaturas registradas estos últimos días, "no han tenido ningún problema de salud". Sin embargo, el riesgo de sufrir un golpe de calor es alto si no se toman medidas preventivas.

Por eso, José Manuel explica que se mantienen "hidratados constantemente" y prestan especial atención a su piel, protegiéndola con crema solar. En ese instante, movido por las ganas de dar eco a su opinión, reitera: "La empresa no nos proporciona todo lo que necesitamos". Y es que los trabajadores cuentan durante todo el año con ropa especial para su tarea y botas de seguridad, es decir, una equipación que les parece adecuada. No obstante, cuando llegan las temperaturas elevadas, se sienten desprotegidos.

El principal problema que encuentran estos días no es permanecer, casi sin descanso, bajo el sol. Lo que este grupo de operarios reclama es que la empresa a la que pertenecen les abastezca de "ciertas cosas que son necesarias en esta época del año". Todos ellos coinciden. No piden algo imposible, sino "elementos que echan en falta cuando no pueden resguardarse".

Sus demandas se centran básicamente en dos puntos: más protección frente al sol y poder mantener adecuadamente los líquidos con los que se hidratan. José Manuel señala a la máquina y afirma: "Tenemos que guardar el agua ahí dentro, y si a eso le sumas las altas temperaturas, el resultado es que no podemos refrescarnos" Por ahora, solo puede esperar a que el calor remita.