Por momentos pintaba mal, pero la concentración convocada a favor de la amnistía de los políticos presos por el procés en la plaza de España de Zaragoza, contestada por una mucho mayor contramanifestación por la unidad de España, acabó sin incidentes. Al menos hasta el cierre de esta edición, lo más que hubo fue un desmayo, según fuentes de la Delegación del Gobierno de Aragón, sin detenidos ni lesionados, tras la reunión en la plaza de la Magdalena en la que desembocó la de la plaza España.

Los convocantes, tres particulares, lograron convocar a unas 150 personas, conducidas a un vallado próximo a la Diputación Provincial de Zaragoza, donde tuvieron que ser protegidas por la Policía Nacional y algunos agentes de la Local.

Pocos efectivos (los antidisturbios están desplazados precisamente en Cataluña) para controlar a los alrededor de 2.500 contramanifestantes, en una manifestación no comunicada pero que corrió como la pólvora por las redes sociales en los últimos días. De hecho, comenzaron a llegar bastante antes que los convocantes, con los ultraderechistas como punta de lanza. Al final, los proindependentistas eran apenas una isla rodeada de defensores de la unidad nacional.

Desde este bando llovieron algunas piedras y botellas, pero el único damnificado fue el termómetro de la plaza España. Hubo entonces momentos de tensión, y amagos de romper el delgado cordón policial, supervisado en un primer momento por el propio Jefe Superior, Juan Carlos Hernández. Pero no lo consiguieron.

Agitando alguna bandera preconstitucional, muchas de España y casi ninguna de Aragón, en un lado, y anarquistas, esteladas y republicanas con estrella en el otro, los manifestantes se fueron provocando, al grito de «¡Amnistía, libertad!», «¡Estos son los hijos del franquismo!» o «¡Nazis no!», en un lado, y «¡Separatistas terroristas!», «¡Puigdemont a prisión!» o «¡De Zaragoza no salís!», en el otro. Todo aderezado con lindezas que no bajaban del nivel de «hijos de puta». Podía ser previsible, pero a muchos no se lo debió parecer, porque abundaban los niños de la mano de sus padres en primera fila del espectáculo.

Finalmente la Policía derivó la concentración en manifestación, condujo a los 150 convocantes hacia la Magdalena, y por el camino repelió algún amago de agresión por parte de los nacionales, sin que hubiese heridos ni arrestados.

Los manifestantes llegaron escoltados a la plaza de La Magdalena, donde llegaron a ser unos 350, según fuentes de la Delegación. Allí realizaron una última concentración, al grito de «¡Zaragoza antifascista!», y terminaron por disolverse, en torno a las 22.00 horas.

Al cierre de esta edición, no había habido más incidentes en la ciudad derivados de la concentración, ni en cuanto a agresiones ni en cuanto a daños.