A lo largo de la historia ha quedado patente que el comercio es algo más que un sector económico. Su influencia ha ido más allá del ámbito meramente empresarial, marcando en gran medida el desarrollo social y cultural de las ciudades. Sin embargo, igual que ocurre en la teoría de la evolución de Darwin, no todos los comercios son capaces de sobrevivir al paso del tiempo. La selección natural conlleva que sólo se mantengan aquellos establecimientos que sean capaces de evolucionar y adaptarse a cada nuevo escenario.

Especialización, servicio y calidad se han convertido en las armas básicas del pequeño comercio en la batalla por superar la creciente competencia. "Nuestro tipo de tiendas no está muerto, como algunos se creen, simplemente hay que saber adaptarse a las nuevas demandas y eso implica evolucionar", comenta María José Salinero, responsable de La Casa Blanca, establecimiento especializado en moda para niños. "Las cosas nunca han sido fáciles. Somos un sector cuya lucha es constante. Por ello, las grandes cadenas no me dan miedo. Está claro que no podemos competir con ellas si seguimos su misma estrategia, pero nosotros contamos con otras herramientas, donde prima la atención al cliente", añade.

Esta es la fórmula que, según María José Fonz, le ha permitido que su panadería de la plaza San Felipe haya ido a más desde que la abriera hace cuatro años. "Primero ha habido una labor de transmisión. Hemos tenido que hacerle ver al cliente que aquí no encuentra productos industriales, sino naturales, elaborados artesanalmente. Por eso, quien viene lo hace porque busca calidad", comenta.

Asimismo, la responsable de este establecimiento --especializado en antiguas recetas pasteleras-- asegura que el servicio es fundamental, "y ello conlleva una adaptación a lo que te exige el público pero sin renunciar a tu naturaleza". De esta forma, tanto Fonz como María Pilar Espuelas, responsable de la tienda de encurtidos La Casa de las Olivas, explican como han tenido que ir adaptando sus horarios a los nuevos hábitos de compra de los zaragozanos.

Por otra parte, destacan la confianza como otro de los pilares básicos sobre los que se sustentan este tipo de comercio. "Somos la tienda de toda la vida. Nuestros clientes conocen el producto y, al final, son nuestra mejor publicidad", comenta Espuelas desde su tienda de la calle Cortes de Aragón.

Con todo, y pese a la importancia que tiene su actividad económica, social y culturalmente, inciden en el escaso apoyo que recibe el sector, al tiempo que destacan las dificultades burocráticas a las que tienen que hacer frente. "Las trabas que encuentras a la hora de pedir cualquier permiso o realizar cambios son impresionantes. Con nosotros, no hay pie a los miramientos y la severidad se lleva a rajatabla", comenta Fonz. En este sentido, Salinero comenta que mientras que todo son facilidades para apoyar la instalación de las grandes firmas, "nosotros, que somos parte de la imagen de una ciudad somos los grandes olvidados", mientras recuerda que son "los grandes sufridores. Todo afecta a nuestra actividad".

En este sentido, se preguntan qué hubiera pasado si en vez de un hipermercado, como en el caso de Utrillas, los problemas hubieran afectado a pequeños comercios. "No hubieran tenido ningún reparo en ordenar su cierre, estoy convencida", opina Fonz. Algo en lo que también se muestra de acuerdo la responsable de La Casa Blanca. "Total, ¿a quién le importa que se queden sin trabajo cuatro personas?", argumenta Salinero.

Son conscientes de que esa es su batalla diaria, sin embargo, también tienen muy claro que quieren continuar en el frente, emulando a David frente a Goliat.