M RFRANCIA NEn mayo del 2001 se inauguró el último tramo de alta velocidad o TGV en Francia. Se trata de la línea París-Marsella, cuyos convoyes circulan a 300 kilómetros por hora. El éxito comercial de la línea es absoluto. Cada vez son más los parisinos que hacen un viaje rápido de negocios de ida y vuelta o van a pasar el fin de semana al sol. El TGV Mediterráneo se acerca a la frontera con España en poco más de cinco horas, aunque a partir de Montpellier la línea no está preparada para sobrepasar, por el momento, los 160 km/h. La empresa ferroviaria francesa SNCF estudia bajar algunos billetes del TGV a 20 euros.

M RALEMANIA NLos trenes de alta velocidad alemanes o InterCity Express (ICE) superan los 300 por hora, sobre todo entre Colonia y Fráncfort del Main, 240 kilómetros de una línea moderna, inaugurada en el 2001. Los primeros alta velocidad alemanes iban a 250 kilómetros por hora y ahora pueden ir hasta a 330 kilómetros a la hora. Actualmente, hay un total de 220 ICE en actividad, de los que 50 pertenecen a la ICE-3, la generación más moderna de los alta velocidad.

M RGRAN BRETAÑA NCaros, sucios e impuntuales, los trenes británicos están en el furgón de cola de la Europa Occidental. Privatizada en los 90 por el Gobierno conservador, la red ferroviaria quedó pulverizada en un sistema de contratas que invierten poco para ganar mucho. El tren más rápido es el Intercity East Coast, que va a 225 por hora. El Eurostar, que cruza el canal de la Mancha, va a 160 en suelo británico. En esta línea, la alta velocidad no será posible antes del 2007.