Bastantes de los estudiantes y obreros que fueron detenidos en los últimos años del franquismo continuaron con su actividad en los años siguientes a la Transición. Es el caso de Miguel Ángel Zamora. «En aquellos años todos éramos unos desconocidos, por eso nuestro paso por la cárcel no fue demasiado traumático», afirma. Zamora es ahora una de las figuras más relevantes del sindicalismo aragonés, fundador de Comisiones Obreras en la comunidad y uno de los encausados y condenados en el conocido como Proceso 1001. «Entré en el activimos más que por conciencia de clase, por rebeldía», recuerda. Ingresó en la cárcel de Torrero en el año 70 tras ser sorprendido por la Policía haciendo uso de la palabra en una asamblea del sindicato vertical. Tenían la intención de mostrar su apoyo a una huelga en un taller y su causa fue pronto sobreseída. Poco después pasó a la clandestinidad y multiplicó sus acciones. «Ahora podemos disfrutar de una democracia a pesar de las limitaciones del sistema, no podemos olvidar que aquello era una dictadura que dejó 50 muertos en la calle en sus últimos años», afirma. Y se muestra optimista con el futuro. «Saldremos de esta», dice.