Tres de los iconos de la Expo seguirán varados en Ranillas a la espera de un renacer como el que se prevé para el Pabellón Puente. Aunque se sigue trabajando en diferentes propuestas para algunos de ellos y hoy, diez años después de Expo, renacen las esperanzas de obtener proyectos como los que en su día tentaron a la Torre del Agua. El Museo de Historia Natural de Nueva York le ofreció ser subsede en un modelo de explotación que ahora quizá se persiga: estos centros aportan su patrimonio expográfico y Zaragoza el edificio para convertirlo en imán para sus miles de visitantes en Europa.

Pocas pistas se quieren dar sobre los pasos a seguir en el edificio de 80 alturas que diseñó Enrique de Teresa para la Expo, pero ya se ha probado casi de todo. Desde segregar el mirador del resto del edificio para sacar a concurso su explotación hasta retirar la escultura Splash para pensar en forjados intermedios que permitieran usos administrativos. Ahora, con la pieza de nuevo suspendida en su interior, cobra fuera la posibilidad de negocio como el que en su día ofreció el museo de Nueva York. Una iniciativa que también tentó a Ibercaja para el Pabellón Puente, cuyos responsables llegaron a visitar en París el Museo de las Civilizaciones.

Ahora el referente en España para la capital aragonesa podría ser la experiencia de Málaga, que ha sido capaz de conveniar acuerdos con museos reconocidos internacionalmente que le ha proporcionado parte de su colección. Sus alianzas les han llevado a exponer colecciones del Tate Modern londinense o del Pompidou parisino. ¿Por qué no la Torre del Agua? Su último gran evento lo celebró con la marca Volkswagen como promotor. Su estado de conservación es bueno y la inversión no sería muy elevada.

Diferente camino llevan por ahora el pabellón de Aragón y, sobre todo el Pabellón de España. El Instituto de Investigación sobre el Cambio Climático que prometió María Teresa Fernández de la Vega -siendo secretaria de Estado de Cambio Climático la actual ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera- ya está olvidado. Y también la propuesta que hicieron un grupo de 200 investigadores a la Universidad de Zaragoza, de pedir la cesión del edificio al Gobierno central para aglutinar allí los proyectos de investigación. El coste estimado, 1,5 millones de euros, fue un obstácuilo insalvable para el campus con sus recursos, en un momento en el que la DGA no aumentaba su dotación para inversiones.