Tenía que estar ya abierto. Debería poder pasearse entre sus raíles con ecos de voces fantasma que cruzaran de vagón a vagón, bañadas de un intenso olor a carbón. Y tenía que estar lleno de piezas dinámicas, despojadas del polvo de décadas --siglos-- y reconvertidas en las reinas que fueron. Pero esas piezas siguen envueltas en sus viejos ropajes, en espera de una tierra muchas veces prometida a la que no acaban de llegar.

El Museo del Ferrocarril ya debería poderse visitar junto a la estación intermodal de Delicias. Diseñado hace más de cuatro años por el también autor del proyecto de la superestación , José María Valero, como parte de ésta, el complejo museístico ha sido sacado de los planes oficiales, para disgusto de quien lo creó.

A principios de este año, el museo se quedó sin sitio, puesto que no tenía cabida en el diseño del nuevo barrio del AVE. En esa zona se pretende soterrar las vías, de forma que la muestra --que no quiere ser estática-- se quedaría sin salida. La previsión de ubicarla en la vieja estación de Delicias (el edificio de Gutiérrez Soto) se desechó ya cuando se comprobó que esa instalación era copada completamente por el centro de mando de la línea de alta velocidad.

Cuando este equipamiento se quedó sin sitió, pareció darse al traste con 20 años de esfuerzo en la recopilación de una importante y hermosa colección histórica de piezas de toda índole: más de 40, algunas de ellas únicas en el mundo, están acumulando más polvo.

Horizonte con sombras

A mediados de año, las instituciones que integran la Sociedad Zaragoza Alta Velocidad --Gobiernos central y autonómico y consistorio zaragozano-- se planteaban tres posibles opciones para reubicar este museo: en los entornos de las estaciones de La Almozara, de Casetas o del Norte.

Sin embargo, parece que se recupera la alternativa de instalar el complejo museístico junto a la intermodal, pero no en la parte delantera de la estación, sino en un lateral donde hasta ahora se había previsto ubicar una zona verde. Las incógnitas no pueden despejarse hasta que quede definido el ordenamiento urbanístico del conjunto.

Mientras tanto, el material histórico --que se conserva gracias a las acciones de la Asociación de Amigos del Ferrocarril y del Tranvía de Zaragoza-- permanece en una nave contigua a las instalaciones de Delicias. La sociedad del AVE quiere trasladar los trenes que se encuentran en ella para poder enajenar los terrenos, en los que se construirán viviendas.

Con esa finalidad --hacer salir los trenes de allí-- se ha encargado al GIF que lleve a cabo un estudio sobre la viabilidad técnica y sobre los costes financieros de trasladar vagones y máquinas por ferrocarril, lo que exigiría tender de forma provisional una vía de más de 700 metros. La utilización de grúas y camiones góndola para mover los vehículos es otra opción analizada.

El tesoro ferroviario es completo: hay una rama de coches-salones en la que destacan tres vagones presidenciales que utilizaron Manuel Azaña, el general Franco y el Rey cuando todavía era Príncipe. Hay coches-cama y vagones de equipajes de los míticos trenes del Orient Express (que hacía el recorrido París-Estambul) y del Sud (París-Lisboa).

Maderas de ébano, marqueterías art decó , baños alicatados y vehículos con radiadores. Piezas sin igual que entran y salen de los planes sin pudor, sin un ápice de deferencia por la historia que acumulan ni por las palabras que grabaron en su alma de carbón.