Veinticuatro concejales de 31 que tiene el pleno de Zaragoza. Viendo la portada de ayer, la euforia en el PSOE (10 ediles), PP (8) y Cs (6), a uno le viene a la cabeza las veces en las que su unión llevaron al Gobierno de ZeC a la lona. Este ahora va a pasar de canalizar la ilusión a gestionar a la frustración y pelear por la supervivencia, con la que les viene encima. Perder era asumible, ser irrelevante, no. Pero esa foto es la satisfacción en los éxitos con Torre Village, Averly, la subvención al Real Zaragoza... Ha ganado el «tripartito de moda», como les llamaba CHA, el más damnificado en esta debacle de la izquierda pese a ser el que más ha hecho por su unidad en los últimos cuatro años. Duro peaje para un partido que quizá ahora vuelva a su perfil más aragonesista y abandone su papel de socio dócil del PSOE.

Poner fin a 16 años de gobiernos de la izquierda quizá no sea el peor de sus males, sino que la derecha, cuando toma el bastón de mando, suele hacerlo por mucho tiempo. Ya se verá. Pero Cs no quiere ser el clavillo del abanico (que decía el PAR), quiere que le abaniquen. Está de caza y todo lo que no sea la Alcaldía o la Presidencia de Aragón será una pieza menor. O peor aún, un mero acuerdo por el sillón más confortable. Ya verán cómo el PP esta vez no enarbola la bandera de que debería gobernar la lista más votada... Que pataleen otros desde la oposición, ¿verdad?

De esto van hoy los acuerdos de gobernabilidad, desgraciadamente. De aritmética pura y dura y poco debate político. Ahora bien, la foto significará también el adiós a la línea 2 del tranvía y la más que segura eliminación de la plusvalía. A esto el PSOE tampoco parece hacerle muchos ascos.

Sumas y restas, como las que han marcado el devenir de la confluencia con Podemos, que decidieron echarse un pulso absurdo en las urnas sin contar con que quizá desmovilizarían a su gente o se irían a caballo ganador dando su confianza a un PSOE del que tanto bebieron en el 2015. No dieron certidumbre y compitieron como en otras tantas ciudades del cambio ya perdidas. Ahora, a rendir cuentas.