Entre semana, la campaña declina; por más que algunos candidatos intenten animar el espectáculo. Sin embargo, el contexto sí aporta a cada momento factores que, a despecho de su origen lejano, inciden en el ámbito más próximo. Si Trump y Netanyahu incendian otra vez Oriente Medio, si el boicot a la designación como senador de Iceta revela el sectarismo del independentismo (y también del españolismo conservador) o si la detención de Josu Ternera reabre la polémica sobre quién y cómo acabó con ETA, si estos y otros sucesos conmueven a cientos o miles de aragoneses... también pueden influir en la decisión de algunos o muchos electores, incluso al coger la papeleta de las municipales.

Un libro importante

Mantener la atención del público durante dos semanas obliga a las candidatas y candidatos a todo tipo de ejercicios teatrales. Pilar Alegría (PSOE), muy simpática pero mediocre bailarina, hizo lo que pudo ensayando coreografías con los abuelos de San José. José Luis Soro (CHA) estuvo todo el día intentando discutir con los de Cs a través de Twitter, a propósito del trasvase del Ebro. Y así.

Mediada la tarde, en la librería Cálamo, el filósofo, senador, diputado socialista en el Congreso y el Europarlamento Bernardo Bayona, quizás el político aragonés con mayor bagaje intelectual de estos últimos cuarenta años, presentó su último libro. No era, por supuesto, un acto de campaña, sino un evento editorial más. Bayona, con un sencillo manual titulado Examinar la democracia en España (Gedisa. Colección Más Democracia) hace balance de cuarenta años de historia política, detecta motivos para la satisfacción y para la decepción y describe los retos actuales. Que tal vez son más complicados de solventar que los abordados en la Transición del 78. Porque ahora es preciso reconstruir el pacto social y el pacto territorial. Pero existen fuerzas muy interesadas en mantener como sea una polarización crispada y destructiva.

Ahí inciden sucedidos como el vivido ayer en el Parlament, cuando los secesionistas rechazaron la designación como senador de Miquel Iceta, mientras las derechas españolistas (PP y Cs) se abstenían para contribuir a la operación. Claro, ni a unos ni a otros les interesaba que el Senado fuese presidido por un catalán partidario del diálogo. Y, por cierto... ¿qué se puede decir ahora de esa supuesta alianza entre Sánchez y el secesionismo? ¿Dónde ha quedado la traición que denuncian las fuerzas conservadoras?

El 26-M el electorado deberá elegir de nuevo entre la crispación y el diálogo. La presunta eficiencia de los gestores autonómicos o municipales e incluso de quienes deban representarnos en el Europarlamento queda relativizada por las leyes de la gravedad global. Sobre cualquier futura crisis económica han de incidir muchísimo más las guerras comerciales desencadenadas por Trump o la inminente subida del precio del petróleo que la política fiscal del estado español, de sus haciendas autónomas o de las municipales.

Patria... ¿Qué patria?

Es curioso comprobar cómo la misma gente que se entusiasma con los arrebatos eurófobos de Vox y en general de la derecha hiperespañolista, ahora clama por la «cobardía» del Gobierno español al retirar la fragata que escoltaba al portaviones norteamericano Abraham Lincoln, a la vista de que dicho buque y su grupo naval ya no iban a homenajear a Magallanes y Elcano dando la vuelta al globo sino a imponer su presencia y su potencia de fuego en el estrecho de Ormuz. Y encima sin que la Casa Blanca diese explicaciones a Moncloa. EEUU se toma a pitorreo nuestra soberanía. ¿O no? ¿O ese problema solo lo plantean las directivas de la llamada «burocracia de Bruselas»?

Hasta la detención de Josu Ternera, el asesino que negoció la paz, zarandea las conciencias y despierta los amargos recuerdos de aquel atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza. También viene a demostrar que eso de que se ha permitido a los terroristas refugiarse en una implícita impunidad no es cierto. Como tantos otros mitos y bulos de la polarización patriótica.

Todo cuenta. Lo local es global, y viceversa. La democracia exige conocimiento y el conocimiento lectura (por eso les recomiendo el libro de Bayona). Hay que desmontar las paradojas. Ayer también, en la puerta de la Casa Grande, Beamonte (PP) aseguraba que la sanidad pública aragonesa es «el mayor fracaso de la izquierda». Quizás nunca oyó hablar de un consejero de su partido llamado Oliván.