Las costuras de la industria textil de Aragón se siguen descosiendo. El sector no ha hecho otra cosa que adelgazar su tamaño en los últimos 15 años como consecuencia de, principalmente, la deslocalización de producciones y la competencia de los países con mano de obra más barata. Los últimas víctimas de esta crisis han sido Escolá, una de las firmas históricas de la moda local que cerró hace medio año, y Losan, que ha decidido trasladar a Portugal el centro logístico que tenía en Caspe. Pero no todo son sombras. La comunidad aragonesa sigue contando con compañías y marcas que brillan en este difícil mercado, algunas con un gran éxito en el comercio exterior, al tiempo que florecen las actividades auxiliares en torno al macro almacén que el gigante Inditex tiene en la plataforma logística de Zaragoza (Plaza).

La redimensión del sector ha sido absoluta. El número de empleados -incluyendo las actividades del textil, la confección, la piel y el calzado- ha caído un 37% en la última década, al pasar de los 4.722 trabajadores del 2008 a los 2.951 del 2017 (último año disponible), según los últimos datos publicados del Instituto Nacional de Estadística (INE). En paralelo, las ventas se han reducido otro 23%, hasta los 283,1 millones de euros, y el número de empresas ascendía a 498 el pasado año, un tercio menos que hace diez años (752). Solo 66 de estas firmas emplean a más de diez trabajadores.

La mayor destrucción se ha producido en la actividad de confección de prendas de vestir, que ha perdido prácticamente la mitad de los fabricantes (de 412 a 227 firmas). En el caso de las empresas textiles, la caída en dicho periodo ha sido mucho menor (de 156 a 129) e, incluso, ha ido en aumento respecto a hace tres años (11 más), mientras que el número de trabajadores se ha duplicado, de 563 en el 2015 a 1.160 en el 2017. Este empuje se explica, según fuentes del sector, por la pujanza de los servicios auxiliares del almacén de Inditex, como el planchado o las reoperaciones.

UN PURO ESPEJISMO / La actividad logística del gigante gallego, que tiene en Zaragoza el epicentro de la distribución mundial de la ropa femenina de Zara, explica también el espejismo que se da en las cifras de exportaciones textiles de Aragón, que el pasado año alcanzaron la friolera de los 1.705 millones de euros, más del doble que en el 2008 (523 millones de euros), según datos los del Instituto de Comercio Exterior (Icex). Un ínfimo porcentaje de estas ventas al exterior corresponde a empresas locales.

Aragón ha sido históricamente uno de los focos principales de la industria de la moda en España, junto con la Comunidad Valenciana, Cataluña, Galicia o La Rioja. Aunque estadísticamente ha pasado a tener un reducido peso en el conjunto de la economía aragonesa, el textil tiene valores cualitativos que justifican su promoción y apoyo institucional, según destacan desde la Federación de Industrias Textiles y Confección de Aragón (FITCA). Las pocas empresas y talleres que quedan están asentadas en el medio rural y supone una fuente de trabajo para muchas mujeres. «Es un sector crítico muy importante a la hora de garantizar la diversidad económica e industrial», señala Elena Rodríguez, que desde hace medio año está al frente de esta organización.

«Lo que ha ocurrido es que hemos pasado de ser más confeccionistas a ser más logísticos», explica. El último mazazo se ha dado en Caspe, que hace un tiempo contaba con un nutrido número de empresas textiles del que apenas queda rastro. Losan, junto con la tienda outlet de Adidas, era de lo poco que se mantenía vivo, pero hace un mes anunció que trasladaba su centro logístico a Portugal, país donde se encuentra la central del grupo Sonae Fashion, que adquirió hace cuatro años la firma caspolina, especializada en venta al por mayor de ropa infantil y de colecciones de hombre y mujer. La medida afectará a 62 trabajadores, algo más de la mitad de la plantilla (119 personas). Empresa y comité llegaron a un acuerdo la semana pasada sobre las condiciones de estos despidos. «Como es un sector que no está boyante ni tiene grandísimos números, cualquier pérdida es dramática y lamentable», apuntan desde la patronal textil.

ESPECIALIZARSE O MORIR / Para cambiar las tornas, FITCA y el Gobierno de Aragón vienen trabajando en planes de apoyo al sector, uno de los cuales (Moda y Hábitat) se ha puesto en marcha recientemente con una dotación de 75.000 euros con el objetivo de impulsar esta actividad -y la del mueble- para compensar las últimas desinversiones. Otra de las batallas del textil es la formación ante la falta de mano de obra cualificada en determinadas labores. «Lo importante ahora es que seamos capaces de mantener lo que tenemos y permitir que crezcan aquellas actividades que están en auge como la logística textil, que me consta que tiene capacidad de absorber más trabajo», subraya Rodríguez.

A pesar del tsunami de cierres vivido por el sector, otras empresas han logrado abrirse paso y crecer gracias a su apuesta por la innovación, el diseño y la especialización. Aragón cuenta actualmente con firmas de referencia en productos como ropa de montaña (donde destacan las aragonesas Trangoworld, Altus, Izas, Ditex u Osso), bañadores (Cortes Textil Arbonés), vestimenta laboral (Oroel, Urvina), prendas de ceremonia (Protocolo, Tony Barceló), termoadesivos (Aneyron) o joyería (Yomime). En definitiva, que a Aragón aún le queda mucha tela por cortar.