Al menos uno de cada cinco alumnos aragoneses con altas capacidades sufre acoso escolar en el colegio. Así se desprende de un reciente cuestionario online difundido por la Confederación Española de Altas Capacidades Intelectuales (Confines) y elaborado por la asociación No al Acoso Escolar (NACE) entre las familias. A través de las respuestas de 607 familiares de alumnos con altas capacidades, procedentes de casi todas las comunidades autónomas, Aragón fue la que ofreció un porcentaje más elevado de participación (13%).

Se trata de niños y jóvenes que destacan fácilmente entre los compañeros de clase, que en ocasiones pueden parecer más «maduros», o tener comportamientos e intereses diferentes de los compañeros, y que no siempre encajan fácilmente en los ambientes escolares.

Respecto a la naturaleza de las agresiones, estas pueden ser directas (ataques físicos como golpes y empujones, o contra las pertenencias de la víctima como la ropa u objetos escolares) pero también indirectas, de tipo verbal o social: amenazas, humillaciones, insultos, ridiculización, rumores o marginación dentro del grupo. Por lo tanto, cuando hablamos de bullying o acoso escolar «nos referimos a una situación muy concreta que se puede distinguir de juegos y bromas (que no causan daño), y también de aquellos conflictos entre alumnos que tienen un carácter puntual o en los cuales no existe desigualdad evidente entre las partes», expone el colectivo.

El estudio revela que el acoso a este colectivo no se trata de un fenómeno raro o puntual, sino que forma parte de la vida escolar, a pesar de que pueda pasar relativamente desapercibido. «Podemos sospechar que, hasta cierto punto, los resultados subestiman la presencia del acoso, por existir la mencionada tendencia a ocultarlo de muchas víctimas y de su entorno escolar, así que es muy posible que la cifra total de afectados sea más elevada», expone el informe.

VALORACIÓN // Porque hay que tener en cuenta que las respuestas proceden de familias de alumnos diagnosticados, que disfrutan de apoyo de asociaciones del sector y de una atención individualizada en las escuelas. «Podemos prever una victimización más elevada entre los muchos niños y jóvenes con altas capacidades que están pendientes de ser diagnosticados, o que se ocultan bajo diagnósticos erróneos», indica el estudio, que añade, en este sentido, que «probablemente muchos de ellos sufren dificultades en los centros educativos, no están siendo atendidos de forma individualizada, ni tampoco sus familias reciben apoyo de la Administración o de asociaciones del sector».

«Lo que hace que un niño sea víctima de acoso suele ser el hecho de estar aislado, no tener un grupo de amigos que lo defienda o que le apoye cuando cuenta lo que le ha pasado. Esto hace que los alumnos con altas capacidades sufran acoso más facilmente, al tener intereses diferentes a sus compañeros», indica Teresa Millán, psicóloga de la Asociación Aragonesa de Altas Capacidades Sin Límites, colectivo que pertenece a Confines.

«Tambien influyen sus caracteristicas personales. Por ejemplo, son más sensibles, les afectan más las cosas, y su reacción emocional cuando se meten con ellos puede favorecer el que lo sigan haciendo. O tienen un alto sentido de la justicia que hace que, a veces, defiendan a la víctima y les convierta también a ellos en blanco del acoso», añade la profesional.

Aunque no existe una base para afirmar que los alumnos superdotados sufran acoso escolar en un grado más elevado respecto al conjunto del alumnado, las respuestas de las familias indican que se trata de un problema «bastante extendido» y que, según Confines, «merece ser abordado muy seriamente por parte de los centros educativos y las administraciones».

En la mayoría de casos los padres descubren el acoso por sus propios medios (85%) observando a sus hijos o hablando con ellos. Otra gran fuente son los compañeros de estudios de sus hijos, o los familiares de estos (10%). Solo un 3% de las familias descubren que sus hijos reciben acoso escolar a través de la escuela. «Puede existir un déficit estructural en el sistema educativo actual en lo que concierne a la detección precoz del acoso. Lo cual confirma nuestra sospecha de que actualmente puede existir un elevado acoso encubierto o no declarado que no aparece en ninguna estadística», indica el colectivo. De hecho, la mayoría de familias (75%) está poco o nada satisfecha con la reacción de la escuela una vez ha salido a la luz el caso de acoso escolar.

En este sentido, el informe afirma que la predisposición de muchos centros educativos a reconocer y afrontar los casos de acoso es baja, y todavía existen muchos tabús y prejuicios sobre este problema. «Cuando los padres se dirigen a la escuela para notificar los hechos que han descubierto, es frecuente que encuentren reacciones de incredulidad, de negación o de minimización de los hechos», sostiene. Otra situación frecuente es que se emprenden medidas inadecuadas o parciales que no resuelven el problema, o se persiste en soluciones que no dan resultados, y el sufrimiento de las víctimas se perpetúa.

En todo caso, el 25% de respuestas afirman haber recibido un trato bastante o muy satisfactorio por parte de las escuelas en lo que concierne a la resolución del problema.

Un 20% de las familias afirma haber planteado un cambio de escuela motivado por el acoso escolar, lo que puede aportar seguridad y protección inmediata a las víctimas cuando la situación se complica y las soluciones no llegan. Algunas familias aseguran que el estado de los niños han mejorado mucho una vez se les proporcionaba un entorno seguro y amigable, sin necesidad de tratamiento psicológico, y que «vuelven a ser ellos mismos», puesto que se alejan no solo de los agresores sino de los malos recuerdos», indica el estudio.