El Cabildo quiso ayer despejar cualquier duda sobre el estado conservación de la catedral de la Seo después del desprendimiento sufrido el pasado domingo, en el que parte del revestimiento de una peana se precipitó al vacío y cayó en la vía pública. «El incidente ha sido algo puntual, está muy localizado y se va a intervenir para repararlo. Pero la seguridad está garantizada y su estado no es preocupante». Así lo aseguraron tanto el canónigo director del patrimonio artístico de la catedral, Ignacio Ruiz, como el arquitecto responsable de su conservación, Mariano Pemán, una aseveración que no quita para que el Ayuntamiento de Zaragoza, a través del área de Urbanismo, le remita hoy una providencia para requerirle la reparación «de inmediato». Sin plazos y con toda la urgencia posible.

«Cuando se dan situaciones de riesgo como la del pasado domingo, por desprendimientos en la vía pública, no hay plazos que valgan», expuso ayer el gerente de Urbanismo del consistorio zaragozano, Miguel Ángel Abadía, después de que por la mañana se personaran en el edificio responsables del departamento de Inspección Urbanística para hacer una comprobación de los daños originado en el revoco de una de las pilastras.

DE LOS AÑOS 50 // Las vallas seguían protegiendo la zona de la plaza a la que se precipitaron estos trozos procedentes de la peana. Aunque «su estado de conservación es bueno. No hay necesidad de crear alarmas». Porque, según explicó ayer Pemán, él mismo pudo comprobar cómo el problema se originaba en el mal estado del revestimiento utilizado antes de la última reforma realizada hace casi 20 años, «en los años 50 o primera mitad del siglo XX». La que daba a la vista se hizo en 1998, con la última gran reforma realizada en la catedral. Pero en lugar de sustituirse el mortero que entonces cubría la pilastra --«muy cementoso y de peor calidad que los que se emplean actualmente», explica el arquitecto--, se decidió taparlo con el actual, más industrial y con materiales como la resina que lo hacían más resistente. Al paso del tiempo y a las inclemencias meteorológicas, porque «no es un problema solo de la lluvia o el viento, todo acaba sumando».

Esta incidencia no se detectó antes porque, según el Cabildo y el propio Pemán, es evidente que se encuentra en un lugar muy inaccesible. Lo fue para los miembros del cuerpo de Bomberos que acudieron a la llamada de alerta el pasado domingo cuando se produjo el desprendimiento «y también para quienes revisan el estado de conservación de toda la cubierta en una inspección que se hace cada mes».

Así que ambos defendían ayer que lo ocurrido no está relacionado, ni mucho menos, con la dejadez de las labores de supervisión y mantenimiento de la catedral de San Salvador. Tampoco eso lo contemplaron los técnicos de Urbanismo que ayer inspeccionaron el lugar del incidente y los trozos de revestimiento que se recogieron de la vía pública. De hecho, Abadía destacó que «desde el primer momento el Cabildo se ha puesto manos a la obra», tanto en la valoración de lo ocurrido como en su subsanación. Hoy, sin embargo, recibirán la providencia municipal por escrito urgiendo unas obras que aún ayer no tenían fecha. «Estamos esperando a que el arquitecto haga el informe definitivo».

Pemán, por su parte, también recordó la enorme complejidad de unos trabajos que suponen actuar a gran altura y en una zona «inaccesible» del edificio. Aún así insistió en que el problema que subyace, tras la inspección de los trozos de mortero recogidos, es de «no es de la descomposición de la piedra ni de materiales resistentes». La intervención se debe proyectar y encargar «en los próximos días», señalaron desde el Cabildo, sin concretar plazos.

MÁS PELIGRO // De hecho, para los responsables del mantenimiento de la catedral existe una incidencia mucho más preocupante a la que pronto darán solución: las palomas están deteriorando la fachada y anidan en lugares igual de inaccesibles, que pueden representar un riesgo para los viandantes o amenazan con taponar las bajantes y canalizaciones de la cubierta.

«Se limpiará la fachada principal y se usará algún sistema que ayude a ahuyentarlas. Estamos investigando cuál es el más idóneo, para espantarlas y que no aniden y deterioren el edificio», explicó el director de patrimonio artístico de la catedral. No es una cuestión menor y se ha agravado, explicó, desde que se instaló un sistema en la cubierta de la basílica del Pilar que les ha llevado a trasladar sus nidos hasta la Seo. «Necesitamos hacer un control constante porque si no, en tres días se taponarían las bajantes», aseguró el canónigo.

En el caso de la basílica, se empleó un modelo de alambres que, en ocasiones las palomas sortean, pero son las que menos. La mayoría han buscado un lugar más seguro. Y la catedral de la Seo y sus recovecos, sin duda, se lo proporcionan.

Aunque ayudaría que el consistorio mantuviera el control de los ejemplares en la ciudad, como hacía hace unos años. Esta medida sirvió a este y otros muchos edificios a aminorar un problema, que es más grave de lo que pueda parecer. No en vano, muchos inmuebles se han provisto de un sistema antipalomas.