Las urgencias de varios hospitales de Aragón atraviesan estas semanas momentos complicados y episodios de saturación que, cada vez más, empiezan a repetirse como un mantra. El volumen de pacientes tanto aquejados de coronavirus como de otras patologías ha crecido en estos servicios y, según esgrimen los sanitarios, muchos son usuarios que proceden de los centros de salud.

Los médicos de Atención Primaria están derivando a personas ante la falta de recursos y de personal para poder dar una asistencia a tiempo, mientras que otros muchos usuarios están acudiendo a las urgencias debido a la demora de los resultados de la PCR y con el fin de obtener un diagnóstico más rápido. Esta acción, fruto de la impaciencia individual, repercute de manera directa en la saturación del servicio. Y todo en medio de un contexto de segunda oleada de coronavirus en Aragón.

El hospital Miguel Servet, en Zaragoza, es el centro más perjudicado. En las dos últimas semanas el volumen de pacientes ha sido elevado, con un 40% de atenciones por covid y un 60% por otras patologías. El personal denuncia que no se están respetando las distancias de seguridad cuando los pacientes están en el pasillo, con el riesgo que esto conlleva, y piden que se cree una planta o zona intermedia a la que trasladar a las personas que ingresan y esperan los resultados de la PCR. «No puede ser que un paciente espere 7 horas en un pasillo, que es una zona limpia, porque no hay una zona concreta donde llevarlo. Hay espacios que podrían usarse y aliviaría la presión», señaló un sanitario a este diario.

El pasado martes había hasta 13 pacientes en el pasillo «sin medidas de seguridad, ni una distancia de 20 centímetros entre cama y cama», señaló. «La situación es insostenible», añadió. Este miércoles la situación mejoró un poco, pero dada la evolución tanto de la pandemia como de la presión en los centros de salud, el personal se muestra «muy preocupado» porque «la gripe está por llegar y esto va a ser insostenible», dicen. «Hay momentos donde el 80% de las personas que están en pasillo, porque todas las salas y boxes están llenos, están pendientes de la PCR. Eso no puede ser», añadieron.

Se ha dado ya la circunstancia de que esos pacientes que esperaban en pasillo, sin saber si estaban contagiados o no, han resultado ser positivos. «Sin separación del resto, es riesgo de propagación del virus», señala el personal.

Royo Villanova y Alcañiz / En el hospital Royo Villanova, la situación era algo más tranquila, con cuatro pacientes en la zona de sectorización de Urgencias para covid, entre ellos una mujer de 106 años, según pudo saber este diario. Además, 13 personas estaban en observación. «Aquí también se salta de lo limpio a lo sucio todos los días», aseguró un empleado.

En el Clínico, por su parte, la sala de observación tenía a 9 personas, mientras que en los boxes de medicina interna contaban con 19 usuarios en la zona limpia; 7 en respiratorios (tres de ellos pendientes de cama) y tres en vitales, en principio no covid.

En Alcañiz la presión sí es algo más alta y eso repercute en sus urgencias. Los boxes estaban ayer «llenos», según fuentes del personal, mientras que 5 personas se encontraban en observación, tres de ellos pendientes de cama. En el pasillo había un usuario y cinco en la sala de espera. En el hospital Obispo Polanco de Teruel el servicio es fluido, con 9 personas en urgencias, tres en observación y uno pendiente de PCR ayer, lo mismo que lo era en el San Jorge de Huesca. En este último, sobre las 11.30 horas, había 15 personas en la zona sucia (espacio covid) y seis en la limpia, mientras que tres estaban pendiente de la PCR.

Crónicos y burocracia / Desde algunos centros de salud de Zaragoza como San Pablo, Las Fuentes o Valdefierro aseguraban ayer estar «desbordados» y «sin horas en el reloj» para asumir la demanda depacientes que tiene. «Los pacientes siempre han ido a urgencias por banalidades que se pueden solucionar en Atención Primaria, el problema ahora es que no hay plantilla ni horas. Vemos muchos crónicos cada día y aprovechamos el momento que se hacen análisis para hacerles un control. Hay miles de bajar por hacer y la burocracia nos come», se quejan.