Irritados. Enojados. Cansados. Fastidiados. Desconcertados. Hartos de las explicaciones de las azafatas. Soportando durante horas enormes colas ante las ventanillas de información. ¿Les suena? La viñeta es idéntica a cualquier jornada de overbooking en los aeropuertos españoles. Pero no. Esta vez el caos se trasladó a las estaciones del AVE en Madrid y Sevilla.

A las dos de la tarde de ayer, Atocha y Santa Justa eran un hervidero de viajeros. Miles de personas colapsaban las oficinas de Renfe y los principales pasillos de las estaciones. No había miedo. Ni pánico terrorista. Sólo enfado. Sin ser conscientes de que cientos de personas podían haber volado por los aires, los pasajeros lo único que querían era que Renfe pusiera más trenes o que fletara autobuses. Las vacaciones son sagradas. O no.

A las 12.30 horas, Mari Carmen estaba sentada con sus dos nietos en un tren con destino a Málaga. Pasaron los minutos, pero los vagones seguían quietos. Entonces, una voz sonó por megafonía: "Hay un problema técnico. El tren continuará parado hasta nueva orden". A la media hora, los altavoces anunciaron que los operarios estaban realizando "una inspección de las vías". Nadie, según Mari Carmen, se asustó. Nadie pensó en un acto terrorista.

El anuncio

Finalmente, a las 14.30, cuando los pasajeros llevaban dos horas metidos en los vagones, la voz de megafonía anunció que el tren no saldría de Atocha. "Se ha encontrado --anunció-- un artefacto cerca de Toledo". Según Mari Carmen, los viajeros salieron de los vagones "sin pánico" y se dirigieron a las oficinas de Renfe.

Cientos y cientos de personas inundaron el pasillo central de la estación. A esa hora, casi todos sabían que se había localizado una bomba en las vías del AVE.

"Nosotros estábamos sentados en el tren y en ningún momento nos han dicho que había bombas. Por megafonía se hablaba en todo momento de problemas técnicos, así que nos hemos enterado de la verdad por las llamadas de móvil de nuestros familiares", explicó Manuel Salas, un militar que se disponía a pasar las vacaciones junto a su familia en Cádiz.

Ante el caos organizado, el personal de la compañía trataba de tranquilizar a los usuarios. "No sabemos --explicó una azafata a la multitud-- si se reanudará el servicio a lo largo de la tarde. Viajar mañana (hoy para el lector) será complicado porque estamos en Semana Santa y todo está a tope. Si ustedes sellan ahora sus billetes, Renfe les devolverá el dinero".

Nadie tenía muy claro qué hacer. Algunos sellaron sus billetes y se dirigieron a las estaciones de autobús. Otros se quedaron sentados durante cinco horas en los trenes esperando a que alguien de Renfe les diera una explicación. Otros decidieron esperar en las cafeterías por si acaso la compañía reanudaba el servicio del AVE. Vano intento. Otros llamaron a sus familiares para que vinieran a buscarles en coche. Otros volvieron a sus casas y se olvidaron del fin de semana de vacaciones. Otros preguntaron en alto si alguien sabía conducir para formar grupos y alquilar juntos un coche.

Lourdes Mariscal, una estudiante de 21 años, tenía los ojos húmedos. Lleva tres meses en Gales estudiando. Ayer, se levantó a las cinco de la mañana para venir a Madrid. Una vez en Atocha, tenía pensado coger el tren de las 15.00 horas a Cádiz. "Creo que al final van a venir mis padres a buscarme. Yo no me monto en un tren ni loca", dijo.

Alternativas

Luis Chaparro, un funcionario que trabaja en Madrid aunque viaja cada fin de semana a Sevilla, optó por marcharse a casa y olvidarse de sus minivacaciones. Sin embargo, su compañero de trabajo, Luis Sánchez, no se mostró dispuesto a renunciar a toda una semana de vacaciones. "Alquilaré un coche. Me han quitado un día. Estoy enfadado, pero no me voy a poner a dar patadas a nadie".

"Si no nos cambian el billete --decía una joven militar de San Fernando-- no sé qué vamos a hacer. No tenemos mucho dinero y un hotel ya nos supone demasiado". La estación estaba repleta de jóvenes alumnos de la escuela de artillería de San Fernando. Más de mil comenzaron ayer sus vacaciones y la mayoría había previsto su regreso a casa en AVE. "Mis padres viven en León. Hace un mes que no les veo", dijo Giovanna.

Otros viajeros, ante la envidia de los militares, no se tuvieron que rascar mucho el bolsillo. "Oye, nos ha dicho el jefe que no reparemos en gastos, que tiremos de Visa y nos vayamos a Madrid en taxi", destacó un ejecutivo.