María Hernández, una vecina del bloque anejo al de Rafael Clavería y Rosa Bazán, explicó ayer cómo plantó cara al agresor de la joven Esmeralda y de su madre cuando acudió al domicilio familiar. Según narró, entró en el piso donde se había producido el domicilio cuando el presunto autor del crimen, David Morado, estaba atrincherado en una habitación con el bebé de cuatro meses fruto de su relación con Esmeralda. María Hernández comprobó que la joven todavía vivía, pero temió que las puñaladas que había recibido pudieran causarle la muerte. Por eso se enfrentó al agresor e intentó sin éxito que le entregara al bebé para que su madre pudiera tocarlo antes de morir.