Lo cierto es que Casado, el líder máximo del PP, vino al comienzo de la campaña a Zaragoza, a representar junto al Ebro y ante el Pilar un extraño acto que no tuvo audiencia alguna. Sin embargo, ayer, cuando la derecha tradicional celebraba en la capital aragonesa su mitin central, se hizo el sueco y toreó en otras plazas. Aun sabiendo, como ya sabe, que el candidato Beamonte fue compañero suyo de universidad.

Pero es cierto que Pablo Casado estaba ocupadísimo. Tenía tres actos electorales distintos y se había pasado toda la mañana en el Congreso, en ese inicio de la legislatura tan tenso, tan encabronado y tan infantil. El del PP no puede parar un momento porque debe atender, simultáneamente, a su pugna con Rivera (a ver quién es más jefe de la oposición tirándose más largo contra el presidente Sánchez) y al desarrollo de la triple campaña (europeas, autonómicas, municipales) cuyos resultados pueden decidir su futuro personal.

Ojo a las europeas, que son esta vez muy importantes, porque la UE ha llegado a una encrucijada de la cual solo puede salir experimentando profundos cambios. Para bien, o para mal.

¿DÓNDE ESTÁ LA HUMILLACIÓN?

El Congreso también fue en gran medida un escenario de campaña. Los independentistas catalanes tenían que hacerse notar, los de Vox también, y comenzaba la carrera hacia esa meta con la que sueñan los conservadores: la jefatura de la ¿leal? oposición.

Abascal y los suyos llegaron temprano y corriendo para pillar buen sitio en el Hemiciclo y armar bronca. Los indepes catalanes habían previsto algo similar, pero sus homólogos centrípetos les madrugaron. Así que justo encima del cogote de Sanchez y de los todavía ministros en funciones, los diputados de Vox montaron el número (aporreaban los pupitres como críos en el colegio) cada vez que uno de alguno de los de Esquerra o JxCat procesados por el Supremo procedía a jurar o prometer su cargo con la fórmula más rebuscada y absurda posible.

¿Humillante? Casado y Rivera así lo vieron (por la presencia de los presos, no por la gamberra chiquillada de sus primos más ultras). Hicieron declaraciones con caras muy serias y ademán compungido. Obviaron que los cuatro diputados y el senador enjuiciados estaban tomando posesión de sus respectivos escaños porque han sido elegidos de manera democrática, que aún no se les ha condenado a nada y por nada, que la autorización a personarse en el Congreso les fue emitida por el propio Tribunal conforme a Derecho, y que en su condición de presos preventivos objeto de vista oral serán suspendidos en sus funciones de acuerdo con el Reglamento de las Cortes. ¿Dónde está la humillación ? ¿No habíamos quedado en que la Ley está por encima de todo y que España es, pese a las insidias secesionistas, un país democrático? Esto chirría cada vez más.

Mal ambiente. Solo queda esperar que tras las votaciones del próximo domingo, cuando ya esté todo repartido, la política española alcance un mínimo de calma y de juego limpio. Por no hablar de ese sentido de Estado que tanto invocan quienes luego menos lo desarrollan.

EUROPEAS MUY IMPORTANTES

En medio de tanto ruido y tantas distracciones, las elecciones europeas pasan tan desapercibidas como siempre. Sin embargo las del 26-M van a ser quizás las más importante que nunca se hayan celebrado con participación española.

El próximo Europarlamento medirá la correlación de fuerzas entre los bloques ídeológicos y políticos en el Viejo Continente. Entre las izquierdas y las derechas (pues se da por seguro que la coalición de facto entre los conservadores civilizados y los socialdemócratas moderadamente liberales ha de sufrir grandes tensiones). Entre los eurófilos y los eurófobos (pues bajo el liderazgo del italiano Salvini el nacionalpopulismo de diversos paises miembros confía en disponer de un grupo fuerte en la Eurocámara para reventar la Unión desde dentro. Eso... sin tomar en cuenta los poderosos lobis que actúan para mover directivas y normas de acuerdo con los intereses de diversos colectivos.

La UE, tal como la conocemos, tal como funciona, ha llegado a un punto crítico. Su respuesta al crash de 2008 fue muy mala, poco democrática y desconectada de los ideales europeos más positivos. Su actuación en el caso de Grecia resultó insoportablemente cruel.

MÁS EUROPA, MÁS UNIÓN

Después del Brexit, la extrema derecha y no pocos de los conservadores europeos vuelven su mirada hacia los viejos estados-nación y reclaman para ellos más soberanía y para la UE menos atribuciones. No quieren someterse a legislaciones transversales ni a la libre circulación de personas ni a tener que homologar sus constituciones sobre patrones de democracia avanzada.

A su vez, los partidarios de más Europa y más unión van tomando posiciones, aunque con no pocos titubeos. El objetivo es refundar de hecho la UE para dotarla de más fondo democrático, menos burocracia y una estructura integradora de naturaleza federal. O sea, justo lo que rechazan los nefoascistas o paleoconservadores y también lo que no quieren ver ni en pintura los Trump y Putin de turno.

Se verá. España le debe mucho a la UE. Buena parte de nuestras mejores infraestructuras fueron financiadas con fondos europeos. Ayer mismo, la alcaldesa de Teruel, Enma Buj, recordaba cómo dichos fondos han permitido hacer obras que la ciudad necesitaba. Mientras, en Zaragoza, el mitin del PP se contagió de la furia madrileña. Y volvieron ETA, los traidores, la antiEspaña y la felonía. ¡Ese centro!