Ni siquiera estar de vacaciones sirve para sobrellevar un trayecto como el que sufrieron los 240 pasajeros que decidieron subir al trenhotel Barcelona-Vigo. Ninguno de ellos se esperaba que serían protagonistas del primer incendio en la línea de alta velocidad Madrid-Zaragoza-Barcelona después de más de una década de funcionamiento. Hasta ahora, este tipo de accidentes parecía que solo afectaban a trenes de otra época o a los de mercancías. Y, sobre todo, ninguno imaginaba que se pegarían más de 23 horas de viaje, que ardería la locomotora que les debía llevar a Galicia, que estarían casi cuatro horas tirados en mitad del campo en algún punto entre las localidades de Ballobar y Candasnos, de noche, a oscuras, en verano sin aire acondicionado, y sin noticias.

Testigos presenciales de un episodio único, un tren en llamas en la línea del AVE, su tren. Y viajeros de un convoy que acabaría cortando la circulación de todo el corredor nordeste de alta velocidad. Por las ventanillas se podía apreciar el frenético trasiego de una tripulación que estuvo durante una hora tratando de sofocar las llamas, con otros 250 espectadores cerca de allí viendo una hoguera ferroviaria esperando y casi rezando que solo fuera un susto de poco rato, pero que se convirtió en un viaje a Barcelona de más de siete horas de duración. Como en los viejos tiempos, pensaron algunos.

Y sin que nadie se explicara qué podía haber sucedido, cómo una máquina como la Altaria que gobernaba ese trenhotel, la más vieja de la serie pero todavía fiable --eso dice Renfe--, podía haber montado semejante desbarajuste. En el peor momento, por la noche, y en uno de los lugares más inaccesibles de la línea.

Toni Vázquez viajaba en el trenhotel de la locomotora incendiada. Se subió al vagón 23 en Barcelona a las 20.20 horas del martes y tenía previsto llegar a Orense a las 9.34 de ayer miércoles. Pero no apareció en la localidad gallega hasta pasadas las 17.00 horas. Casi un día de viaje. "Estuvimos parados una hora entre Lérida y Huesca con las puertas cerradas y sin que nadie nos diera ninguna explicación. No había refrigeración y hacía bastante calor. A algunos niños les empezó a entrar ansiedad y varias personas mayores sufrieron sofocos. No podíamos salir. Estuvimos cuatro horas oliendo a humo. Luego se acabaron las baterías y nos quedamos sin luz", recordó Vázquez todavía en pleno viaje.

Finalmente los vagones fueron remolcados hasta Balllobar y allí los viajeros tuvieron que afrontar otra hora de espera. "Notamos desorganización para trasladarnos hasta Zaragoza. No había autobuses para tanta gente y algunos salieron más tarde", denunció. Los afectados, tras sufrir las malas condiciones de la carretera hasta conectar con la N-II, llegaron a la estación de Delicias y tuvieron que esperar más. "En Zaragoza nos indicaron que teníamos que subirnos a un Avant, pero tuvimos que esperar más de una hora porque faltaba gente por llegar. No salimos hasta las 7.00 horas", explicó.

El incidente también afectó a Beatriz, que viajaba de Zaragoza a Madrid. "El tren salió puntual a las 7.05, pero a Madrid llegamos con 20 minutos de retraso. Estuvimos parados 10 minutos antes de llegar a Calatayud. Además, teníamos billete de AVE y nos hicieron subir a un Alvia sin que nadie nos diera ninguna explicación. Eso sí, las azafatas en el andén nos avisaron de que no hiciésemos caso al asiento que teníamos en el billete y nos sentáramos donde pudiésemos", explicó.