Aunque las familias en las últimas semanas han vivido el estrés de la preparación de la vuelta al colegio de sus hijos, el retorno a las aulas también supone el regreso al trabajo para los miles de docentes que ejercen en Aragón. Directores, jefes de estudios, profesores o interinos empiezan mañana otra nueva etapa laboral que para muchos forma parte de una rutina, pero para otros se trata de la primera experiencia.

Después de un verano que comenzó tras la celebración de la mayor oposición de la historia en Aragón para el cuerpo de maestros, algunos docentes ya llevan semanas organizando los programas, los horarios y preparando las aulas para recibir a los casi 109.000 estudiantes que empiezan otra vez el colegio. Así, la experiencia de muchos se entremezclará mañana con la inocencia de los más de 1.000 profesores en prácticas que se incorporarán a la enseñanza en un curso que tendrá más de 40 escuelas rurales con un máximo de siete alumnos y un mínimo de tres.

Contratos a curso entero, de varios meses o por bajas de maternidad. El nexo laboral es variado, aunque lo cierto es que las condiciones y las plazas han mejorado sustancialmente en los últimos años, algo que han reclamado mucho los sindicatos. Sin embargo, sigue en el aire un objetivo que se tendrá que volver a negociar este año con el Gobierno de Aragón: la reducción de la jornada laboral.

Por otro lado, Educación sigue planeando nuevos centros y, de hecho, el nuevo consejero Felipe Faci tendrá que abordar la aprobación de un nuevo plan de infraestructuras en los próximos años, ya que el actual tiene vigencia hasta el próximo año. Dentro de este programa, mañana se estrenarán hasta ocho infraestructuras educativas, aunque hay un clásico de la vuelta al cole que se mantiene: los barracones. Este año serán hasta 40 las aulas prefabricadas que estarán presentes en diferentes centros, aunque en algunos de ellos se retirarán a lo largo del curso. Las cosas de siempre cuando toca volver, volver y volver.

EN PRIMERA PERSONA

Horacio Tabernero, director de un colegio: «El incentivo de nuestra profesión es la vocación»

Horacio Tabernero inicia mañana su tercera etapa como director del colegio Agustina de Aragón, en Zaragoza, donde antes había sido durante ocho el jefe de estudios. Dice que lo hace con «ganas e ilusión» y que la vuelta al cole «no es una monotonía» para él. «El mayor incentivo de la profesión es la vocación. Se hacen muchas cosas desinteresadas, simplemente porque nos gusta. Los profesores no miramos el horario», dice Tabernero.

Durante el verano ha intentado desconectar y lo ha conseguido, aunque de algún modo he estado siempre pendiente. «No presente en la instalación, pero si surgía cualquier cosa mi teléfono estaba abierto», asegura. Mientras los estudiantes despdían las clases a finales de junio, él y su equipo directivo continuaron acudiendo al centro los primeros días de julio y, a partir del 20 de agosto, ya empezaron a organizar el año escolar. «Legalmente en julio debemos estar a disposición de la Administración porque pueden surgir dudas, cuestiones de mantenimiento o de la instalación. Además, tenemos el programa Abierto por Vacaciones, por lo que hay niños en el colegio hasta el último día de julio», explica Tabernero.

Este año, entre las novedades, el director resalta la reducción del horario de Religión, que pasa de 90 a 45 minutos semanales. «Nosotros dedicaremos ese tiempo a reforzar las áreas de castellano, como son Lengua y Matemáticas», dice. En cuanto al profesorado, la plantilla «es la de siempre» en el Agustina de Aragón, salvo la entrada de algún interino nuevo. El centro, ubicado en el barrio de Parque Goya, cuenta con 27 aulas y unos 570 alumnos de Infantil y Primaria. «El colegio tiene 13 años y está bien. Pasamos por una época de exceso de alumnado, con el boom del barrio, pero ahora ya van quedando espacios y de hecho compartimos algunas con el centro de educación especial Jean Piaget».

María Iruela, profesora con plaza: «Sé que esta noche me va a costar bastante dormir»

Lo de María Iruela fue, como coloquialmente se dice, llegar y besar el santo. Se presentó por primera vez a una oposición el pasado mes de junio y aprobó. Pero no solo eso, lo hizo con una nota y unos méritos suficientes como para conseguir una plaza fija a la primera. El sueño de muchos. «Al principio no me lo creía, pensaba que no era verdad y no se lo quería decir a nadie», recuerda la joven, quien matiza que contó con «una buena preparadora» para sacar adelante la oposición.

A partir de mañana será profesora de Inglés en un colegio de Zaragoza, una ubicación «muy buena» aunque Iruela sea de Jaca. «Estudié aquí la carrera y también he estado trabajando en un colegio concertado, por lo que el lugar es ideal», dice Iruela.

La joven es consciente de que su caso es muy poco común y se muestra «contenta y nerviosa» por el inicio de esta nueva etapa laboral. «Sé que hay gente que se presentado varias veces y no ha logrado plaza. Conozco una chica que sí le ha pasado como a mi este año, pero sé que es raro», añade. «Mi familia me hizo una fiesta cuando se confirmó que había logrado plaza», cuenta.

Pese a los trámites administrativos que ha tenido que gestionar durante el verano, Iruela ha aprovechado el verano y hasta ayer domingo lo exprimió «al máximo». «Sé que el lunes (por hoy) me costará dormir porque será una mezcla de inquietud e ilusión. Tengo la suerte de hacer lo que me gusta y eso tengo que valorarlo», señala, al tiempo que añade que cada curso escolar «hay que empezarlo con actitud» y sabiendo que «cada año es diferente» porque los alumnos «sorprenden» y «evolucionan contigo». Iruela, pese a haber logrado plaza, iniciará esta etapa como periodo de prueba donde un tutor del colegio evaluará sus capacidades docentes.

Chema Palacián, profesor interino: «La incertidumbre marca las vacaciones del interino»

Conseguir una plaza fija es la meta de todo docente, pero no siempre se logra de forma inminente y se requiere de varias oposiciones para ello. El aragonés Chema Palacián sabe lo qué es eso. Tras presentarse a varias convocatorias y aprobar algunas de ellas (en las del pasado mes de junio obtuvo un 6,75), el joven no ha tenido la oportunidad de lograr un puesto debido a que su nota ha sido insuficiente para ello.

Palacián volverá a ser interino y este curso lo hará en el colegio San Roque de María de Huerva. «Es un buen centro. Lo conozco porque ya estuve allí un año como auxiliar y estoy con el destino», dice este docente profesor de Educación Física y que, al mismo tiempo, tiene las especialidades de Pedagogía Terapéutica y la de Audición y Lenguaje.

«Hace unos años, como no tenía plaza y me interesaba trabajar, estuve en un centro de educación especial como auxilar. Allí traté con este perfil de alumnado, algo desconocido para mi y me gustó mucho. Se me abrió un campo porque solo con Educación Física es difícil trabajar», cuenta Palacián, quien este curso también se ha apuntado a un máster para seguir aumentando la posición en la bolsa.

«La incertidumbre marca las vacaciones de quienes somos interinos. Intentas desconectar, pero ya piensas qué centro elegir y a darle vueltas a la cabeza de dónde te puede tocar. Al final no te puedes preparar a conciencia un inicio de curso porque todo es a corto plazo», precisa. De hecho, el joven no supo que su destino iba a ser María de Huerva hasta el pasado viernes. «No es lo mismo empezar el 1 de septiembre que hacerlo uno o días antes cuando te han dado la plaza. Los primeros días siempre se anda algo desorientado», asegura Palacián.

«Mi prioridad era Zaragoza y con mi puesto en la lista tenía bastantes oportunidades. Por lo tanto, estoy contento y con ganas de empezar, sin perder mi objetivo de conseguir plaza».

Laura Montañés, profesora en un pueblo: «En la carrera no te preparan para ir a una escuela rural»

La localidad de Senegüé, en Huesca, ha vuelto a salvar su escuela un curso más. El año pasado eran cinco alumnos y este, dado que dos han tenido que ir ya al instituto a Sabiñánigo, la cifra ha variado, pero la llegada de una familia de Toledo a este municipio permitirá mantener este centro rural. «Cuando llegué aquí había ocho niños, pero siempre varía el dato y es una pena que los pueblos atraviesen esta situación. Hay que hacer una reflexión desde todas las partes», considera Laura Montañés, profesora en la escuela de Senegüé.

Esta zaragozana reconoce que fue «un shock tremendo» cuando llegó al municipio. «Había estado en pueblos pequeños, pero no tanto. En la universidad no te preparan para esto, sino para centros de muchas vías y ratios de muchos alumnos», dice. Ahora, tras la experiencia, valora muchas más cosas. «Desde la tranquilidad y la calidad de vida que tengo hasta la relación cercana con las familias o con los alumnos. Es como dar clases particulares», señala.

Montañés considera que la legislación «no está hecha» para la escuela rural y las instituciones «deben favorecer» el territorio. «Ya no solo a nivel educativo, sino que todo forma parte de un ciclo. Debe haber empresas que quieran estar para que la gente no se vaya de los pueblos. Si se dieran facilidades, todo mejoraría, añade la docente.

A sus 36 años, Montañés tiene claro que en Senegüé ha encontrado su sitio. «Me encantaría seguir aquí», dice decidida y reniega de quien considera que la calidad de la enseñanza de un pueblo dista de la de la ciudad. De hecho, ella innova, el colegio «está siempre abierto» para las familias y, precisamente, por iniciativa de una madre montaron el curso pasado un taller de robótica. «La enseñanza no es diferente. Quien piense eso no tiene ni idea», declara.