Dentro de un mes, el próximo 27 de mayo, no quedará ningún soldado español en el polvorín iraquí. Lo anunció ayer el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, aprovechando su primera comparecencia en el pleno del Congreso, donde todos los grupos parlamentarios, salvo el PP, respaldaron --aunque con matices y algún que otro reproche-- su decisión de retirar de Irak a las tropas enviadas por el Ejecutivo de José María Aznar.

En un debate embarullado por el PP y por la complacencia del presidente del Congreso, Manuel Marín, Zapatero sólo pudo obtener de los portavoces parlamentarios un respaldo verbal, pues los populares impidieron al resto de grupos aprobar el texto de apoyo que habían pactado. Zapatero dijo que los populares habían abortado la votación --que se aplazará dos semanas-- para que no se evidenciase "que están solos".

La intervención de Zapatero sólo aportó dos datos nuevos: que ayer todos los soldados de la Brigada Plus Ultra 2, llegados a Irak en diciembre, habían dejado ya el país; y que las tropas recién llegadas para preparar el repliegue "se encontrarán en territorio nacional o en aguas internacionales" el 27 de mayo.

REFORMA LEGAL Pese al retraso con que se celebró el debate, el presidente defendió su empeño en "hacer partícipe" al Congreso de su decisión de repatriar a las tropas. Zapatero apuntó que, de haber acudido al Congreso antes de ordenar la retirada militar, esa demora hubiera puesto en peligro a las tropas, por lo que el Gobierno se limitó a informar a los grupos telefónicamente. También prometió regular por ley "la participación real del Parlamento" en las decisiones sobre el futuro envío de tropas al extranjero.

"No debimos ir a Irak y, por ello, debíamos volver cuanto antes". Con esta sentencia justificó Zapatero la celeridad con la que, sólo 24 horas después de llegar a la Moncloa, ordenó el repliegue militar. Tras recordar que su compromiso era repatriar a las tropas si el 30 de junio la ONU no tenía el control del país, el presidente dijo que anticipó el regreso tras constatar que esa alternativa era "radicalmente imposible".

En su turno de réplica, el popular Mariano Rajoy denunció que Zapatero "engañó" al Parlamento en la investidura al ocultarle que ya había decidido precipitar el repliegue y al no consultárselo. Le acusó de dictar una orden "precipitada e insolidaria" con las tropas y con los aliados de España; de dañar la credibilidad internacional del país; de "tirar la toalla" al no trabajar para que la ONU administre Irak; y protagonizar una "mala noticia" para la lucha contra el terrorismo internacional.

Porque, para Rajoy, los atentados del 11-M en Madrid suponen "un antes y un después", y deberían haber llevado a Zapatero a romper su promesa sobre las tropas. También alertó de que la retirada da alas a los terroristas, que "han tomado nota" de la actitud del nuevo Gobierno.

SUMARSE AL CONSENSO Zapatero le respondió que, precisamente tras el 11-M, el Partido Popular no es el más indicado para analizar las motivaciones que mueven al terrorismo internacional. Apuntó que algunos de los argumentos de Rajoy ya los había leído --en alusión a un artículo del expresidente Aznar, a quien no citó--, e instó al secretario general del PP a "rectificar", tomar "sus propias decisiones" y "sumarse al consenso parlamentario".

Aunque Rajoy había usado el doble de tiempo del que le correspondía, Eduardo Zaplana (PP) desató una bronca al final del debate al pedir otro turno de réplica.