El respaldo que ayer brindó el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, al vicepresidente del Gobierno en funciones Rodrigo Rato para dirigir el Fondo Monetario Internacional (FMI), puede no ser suficiente. Según el diario alemán Sueddeutsche Zeitung, el presidente francés, Jacques Chirac, comunicó al canciller alemán, Gerhard Schröder, que Francia no respaldará al ministro de Economía del Gobierno de José María Aznar.

Fuentes del Ejecutivo francés desmintieron más tarde la información divulgada en Alemania. Señalaron que en la cumbre entre ambos dirigentes no se trató del asunto y que desconocían la opinión de los socialistas sobre la idoneidad del político conservador español.

Hasta ayer al mediodía, Rato parecía el aspirante mejor situado para sustituir al alemán Horst Köhler, que dejó el cargo para competir por la presidencia de Alemania. A las declaraciones de Rodríguez Zapatero en Onda Cero --"siempre que haya posibilidad, debe haber un español en cualquier organismo internacional, sea del color que sea"-- se unió el respaldo del Gobierno belga. La semana pasada, ingleses y holandeses ya apoyaron al español. A Rato sólo le falta conocer el plácet de EEUU.

ESCOLLO En el Ecofin del martes pasado, el comisario español Pedro Solbes promovió alabanzas a Rato que secundaron la mayoría de los comisarios presentes. Para los dirigentes comunitarios quedó implícito que el vicepresidente español sería su candidato.

El coordinador del programa económico del PSOE y virtual ministro de Economía y Hacienda, Miguel Sebastián, aseguró a Reuters que el principal factor de incertidumbre para los mercados en Europa es Al Qaeda. Ratificó el respaldo a Rato para el FMI y añadió que esa candidatura es compatible con la del consejero del Banco de España José Manuel Fernández Páramo para el Banco Central Europeo.

El exdirector del servicio de estudios del BBVA volvió a sembrar temores al asegurar que, si bien la filosofía del PSOE es no interferir en las compañías que fueron privatizadas bajo mandato del PP, "si una empresa se acerca a nosotros diciendo ´estos ejecutivos nos han sido impuestos en contra de la voluntad de los accionistas´, pues entonces hablaríamos". Su reflexión, junto a las alusiones a posibles fusiones en el sector energético, han despertado la alarma en firmas como Endesa, Repsol y Telefónica, entre otras.