Pareció una victoria triste. El líder del PSOE, vencedor de las elecciones con una ventaja respecto al PP de 16 escaños, tardó cinco minutos en esbozar una sonrisa cuando compareció ante los congregados en la sede del PSOE. José Luis Rodríguez Zapatero dedicó sus primeras palabras a las víctimas del 11-M. "En este momento, pienso en las vidas rotas el jueves por el terror", dijo para dirigirse a las familias de los muertos y heridos. Y cortó de raíz toda euforia al pedir un minuto de silencio por la memoria de los 200 asesinados. Sólo después del aplauso que cerró el homenaje, se permitió sonreír por "la victoria de la democracia".

La difícil tarea de afrontar su mayor alegría en el escenario más triste de la democracia llevó Zapatero a poner el acento de su breve discurso en la tragedia del 11-M. Explicó que su "prioridad inmediata es combatir toda forma de terrorismo", y pasó a la acción para lograrlo al anunciar que su primera iniciativa será convocar hoy mismo a "la unidad de las fuerzas políticas para concentrar todos los esfuerzos en esa lucha".

CONTENCION Zapatero no hizo la más mínima mención al récord que ha logrado al salir victorioso a la primera. Ni al hecho de haber desbancado al PP que tenía mayoría absoluta. Ni siquiera ofreció a los suyos la noticia de que el PSOE había logrado 163, y el PP sólo 48. No era necesario, ya lo sabían. Ni se regodeó en la victoria ni permitió a los suyos que lo hicieran. Optó por atribuir todo el éxito a los socialistas que han escuchado estos últimos cuatro años la llamada que les hizo en el 35º Congreso Socialista: "Os convoco a la esperanza", dijo entonces. "Enhorabuena, lo habéis conseguido", les felicitó ayer.

"Hoy han hablado los españoles y han dicho que quieren un gobierno del cambio", clamó el futuro presidente del Gobierno, que aseguró que está "preparado para asumir la responsabilidad del nuevo gobierno del cambio". Y para dejar claro que sus promesas de cambio no eran sólo proclamas de campaña, dijo que las diferencias empezarán "por el talante". Pasó entonces a saludar al derrotado, Mariano Rajoy, hacia el que dijo sentir "respeto consideración". "Ha sido un digno rival", aduló Zapatero, que quiso "tenderle la mano" desde el mismo momento de su victoria "para cooperar en los asuntos de Estado".

LINEAS DE ACTUACION Después de la cortesía, Zapatero se enfundó el traje de presidente y señaló las líneas de actuación que pondrá en marcha nada más tomar posesión del cargo. Ajustándose a su guión de la campaña electoral, prometió "fortalecer el prestigio de la democracia, impulsar la España social, situar a España en la primera línea de la construcción europea" y guiarse "siempre, por la Constitución". Su Gobierno, dijo, logrará la "cohesión, la concordia y paz" a base de practicar el "diálogo, el respeto y la transparencia".

Zapatero extendió a todos los que celebraban la victoria en la sede socialista y sus aledaños la llamada a la mesura que venía haciendo durante toda la jornada a sus colaboradores más directos. "Convirtamos esta victoria en una victoria de todos", invitó el próximo presidente del Gobierno, que se comprometió desde el primer minuto a "gobernar para todos y con humildad". "Os aseguro que el Gobierno no me va a cambiar", prometió para cerrar su intervención. Después salió a la calle y pidió a la gente que disfrutaran "la victoria de manera contenida", porque desde hoy mismo "habrá que trabajar duro por España".

Acompañaron a Zapatero en su baño de masas Jesús Caldera, José Blanco, Carme Chacón y Trinidad Jiménez. Felipe González, lo aplaudió desde el público y declinó su invitación de salir a la calle.

Durante todo el día, los más próximos a Zapatero se empeñaron en contener el gesto a pesar de los datos, que, de forma creciente, les acercaban a una victoria clara. Apenas a 10 minutos de las diez de la noche, dejaron de aguantarse la alegría y pasaron a abrazarse en público. La victoria era ya, irrefutable.