La concordia institucional se impuso al fin a la refriega política. Flanqueado en el Senado por Pasqual Maragall y Juan José Ibarretxe, José Luis Rodríguez Zapatero logró ayer que la conferencia de presidentes echara a andar en un clima de inusitado consenso, abriendo así una nueva etapa de cooperación y entendimiento entre el Gobierno y las 17 autonomías. Todo ello, subrayó, con un objetivo básico: reforzar "la cohesión del modelo territorial español".

Pese a las consignas de la cúpula popular, el gallego Manuel Fraga evitó que las autonomías del PP empañaran el debut de este nuevo foro multilateral. De ahí que el presidente del Gobierno, satisfecho por el éxito de una iniciativa en la que había puesto especial empeño, auguró un largo futuro a estas cumbres territoriales: "No cabe la vuelta atrás".

"NACIONALIDAD O NACION" "Componemos la imagen política de la España real, que nos muestra tal como somos: distintos en identidades pero iguales en derechos", sentenció Zapatero a la salida. A puerta cerrada, según algunos de los asistentes, les hizo notar que no importa que cada presidente defina a su territorio como una "región, nacionalidad o nación", porque todos comparten "el proyecto común de los ciudadanos".

Con gran solemnidad, Zapatero presentó las conclusiones de un encuentro que se prolongó una hora más de lo previsto. La causa de este retraso fue la viveza de los debates. La consecuencia, la larga espera de la familia real, que invitó a almorzar a los reunidos. Y la conclusión, que los mandatarios autonómicos acusaban el grave déficit de diálogo que experimentaba España.

PARTICIPACION EN LA UE A falta de un documento unitario, fue el propio Zapatero quien sintetizó los acuerdos alcanzados a partir de los compromisos del Ejecutivo: institucionalizar la conferencia de presidentes, que se reunirá "al menos una vez al año" y podrá hacerlo fuera de Madrid; regular "en el plazo de tres meses" la participación de las autonomías en los consejos de ministros de la Unión Europea (UE) y su acceso al Tribunal de Justicia europeo a través del Senado; y, por encima de todo, revisar la financiación sanitaria el año próximo.

UNA SANIDAD SOSTENIBLE Cuando concluyan las negociaciones técnicas, la nueva financiación sanitaria será acordada en una nueva reunión de la conferencia de presidentes a celebrar "en la primavera del 2005", según las previsiones de Zapatero.

El presidente apostó por consensuar un sistema "moderno, sostenible en su financiación, que garantice y mejore la calidad de las prestaciones al servicio de los ciudadanos". Eso sí, confirmó que esta mejora financiera no alcanzará a la sanidad autonómica hasta que, en enero del 2006, entren en vigor los presupuestos del Estado de ese año.

Tampoco se negó Zapatero a que la conferencia debata el modelo de Estado en una futura reunión, cuando la agenda de las reformas estatutarias "lo aconseje". De hecho, la discusión ya se suscitó ayer, si bien es cierto que, al no figurar en el orden del día, sólo se abordó de modo tangencial. "No hay ningún tema cerrado para el debate en la conferencia de presidentes", sentenció Zapatero en la conferencia de prensa.

LOS COMPROMISOS Fue algo más explícito al clausurar el debate. Puesto que varios presidentes autonómicos se habían mostrado inquietos por la reforma del Estatuto que tramita el Parlamento catalán, Zapatero se declaró "convencido" de que el presidente de la Generalitat catalana no tendría ningún reparo en exponer en una de estas cumbres territoriales el texto final tan pronto como esté listo. Como Maragall asintió, el presidente navarro, el conservador Miguel Sanz, preguntó si Ibarretxe haría lo propio, a lo que el lendakari respondió afirmativamente.

Todos los presidentes autonómicos pidieron más fondos para la sanidad y algunos, como el valenciano Francisco Camps y el murciano Ramón Luis Valcárcel, ambos del PP, criticaron la suspensión del trasvase del Ebro. Pero los barones populares no cumplieron su amenaza de presentar la declaración sobre la unidad de España anunciada la víspera y destinada a boicotear el clima de consenso auspiciado por Zapatero.

En un desayuno previo organizada por la madrileña Esperanza Aguirre, el gallego Fraga y Sanz, de la Unión del Pueblo Navarro (UPN), anunciaron que no firmarían el texto ni lo respaldarían en la cumbre.

El presidente gallego recordó que él mismo propuso hace una década la celebración de una conferencia como la de ayer, y rechazó que Aguirre ejerciera de portavoz del grupo: "Yo voy por libre". Y en efecto lo hizo, pues pidió debatir el texto a sabiendas de que no era posible hacerlo, y ni siquiera lo defendió. Después dijo habérselo entregado al ministro Jordi Sevilla, secretario de la conferencia, pero fuentes de Administraciones Públicas lo negaron.