Para ellas fue su primer recuerdo tras ganar las elecciones. Para ellas, también, su primera mención en el discurso de investidura. No es de extrañar, pues, que un sentido homenaje a las víctimas de la masacre del 11-M fuera ayer el primer acto público de José Luis Rodríguez Zapatero, tras prometer el cargo ante el Rey y convertirse, ya oficialmente, en el nuevo presidente del Gobierno, el quinto de la presente democracia.

Hay gestos que, por su simbolismo, retratan a los políticos más que su propias palabras. El que ayer protagonizó Rodríguez Zapatero es uno de ellos. Pese a que la mañana deparó varias fotografías para la historia --el acto de promesa del cargo ante el Rey y la llegada al palacio de la Moncloa, a las 10.30 horas--, el flamante jefe del Ejecutivo quiso que la imagen de la jornada fuera otra: la de su compromiso y solidaridad con las víctimas del terrorismo.

Apenas le tomó un par de horas la toma de posesión de las dependencias que en adelante ocupará en la Moncloa. Sin perder un instante, y sin convocar a la mayoría de los medios de comunicación, Zapatero visitó al mediodía los hospitales madrileños Doce de Octubre y Gregorio Marañón, donde aún son atendidas numerosas personas heridas en los brutales atentados del 11 de marzo.

VISITA EN SILENCIO A continuación se desplazó a la estación de cercanías de Atocha, cuyo vestíbulo se ha convertido en la zona cero del 11-M y aún está plagado de velas y carteles en memoria de los 191 fallecidos en los atentados. No quiso hacer declaraciones que politizaran la visita. Se limitó a escuchar las explicaciones de un responsable de Renfe, depositar un ramo de rosas rojas en el altar instalado en la estación y contemplar el enorme cartel que recoge el nombre de todas las víctimas mortales de la matanza de Madrid.

Durante buena parte del trayecto, que sólo duró unos cinco minutos, Zapatero fue aclamado por numerosos ciudadanos que, al advertir su presencia en Atocha, le aclamaron con gritos de "¡Presidente, presidente!" y le abordaron para felicitarle por su ascenso a la presidencia.

Al principio sus nuevos escoltas, poco acostumbrados a estas muestras de afecto porque hasta la víspera se ocupaban de la seguridad de José María Aznar, intentaron evitar que el público se aproximara al jefe del Gobierno. Con un gesto, Zapatero les ordenó que no impidieran que sus simpatizantes se le acercaran.

VIOLENCIA DOMESTICA El azar quiso, además, que en los pasillos de uno de los hospitales que recorrió, el Gregorio Marañón, el presidente se topara con la madre de una mujer víctima de la violencia de género, que le saludó y le solicitó que visitara a su hija en la habitación donde está ingresada. Zapatero accedió a hacerlo y así remachó otro de sus compromisos: el de la lucha contra el denominado terrorismo doméstico, que se reforzará mediante la ley integral que el Consejo de Ministros estudiará el próximo viernes.

De vuelta a su nuevo despacho, ayer Zapatero comió con sus más estrechos colaboradores para perfilar los detalles del traspaso de poderes. Asistieron al almuerzo, entre otros, el portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, Alfredo Pérez Rubalcaba, y quienes serán la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, el jefe de gabinete del presidente, José Enrique Serrano, y el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso.

AUDIENCIA CON EL REY A media tarde, Zapatero acudió de nuevo a la Zarzuela, esta vez para despachar con el Rey Juan Carlos y someter a su aprobación los nombres de los 16 nuevos ministros. El líder socialista ya le comunicó días atrás las identidades de sus ministros, que hoy, cuando sus nombramientos aparezcan publicados en el Boletín Oficial del Estado (BOE), prometerán o jurarán sus cargos en la Zarzuela.

Por el momento, y a causa de cuestiones operativas, los departamentos de Interior y Fomento conservarán su actual nomenclatura, aunque Zapatero anunció que se denominarían Seguridad e Infraestructuras, respectivamente.

La tensión que ha presidido la transición del PP del poder a la opo-

Pasa a la página siguiente