La imagen de Zaragoza ha sufrido una importante transformación en los últimos años, fruto de la masiva llegada de población extranjera a la ciudad. Este fenómeno, que hace unos años tan sólo se podía intuir, se presenta en estos días como una realidad consolidada y con gran proyección. El mestizaje se hace visible en las calles, donde familias venidas de otros continentes pasean con normalidad entre los zaragozanos de toda la vida.

En concreto, 43.355 extranjeros están empadronados en Zaragoza, una cifra que evidencia el crecimiento de este colectivo, pues en el 2000 la población extranjera se reducía a 6.812 habitantes. Procedentes de distintos países americanos, africanos y europeos fundamentalmente, los inmigrantes se han conseguido establecer como un grupo social que representa ya el 6,75% de los residentes en nuestra ciudad.

Estos nuevos vecinos se encuentran a su llegada con un entorno ajeno, aunque menos oprimente que el de otras ciudades como Madrid o Barcelona. El proceso de adaptación a su nueva vida no es fácil, ya que sufren la presión de arrastrar una precaria situación económica. De todas formas, la necesidad hace aflorar el ingenio, y los extranjeros cada vez se muestran como un grupo más dinámico y activo.

UN COLECTIVO HETEROGENEO El origen de los inmigrantes es muy diverso, aunque en Zaragoza domina claramente la comunidad sudamericana, que concentra el 44% del total de la población extranjera. El segundo colectivo más numeroso es el que incluye a los procedentes de los países del Este de Europa --26,8%--, y el tercer lugar en cuanto a número lo ocupa la comunidad africana, con un 24,6% sobre el total.

El barrio de Delicias es el principal receptor de población foránea, donde cerca del 10% de la población es extranjera. Casi la mitad de los inmigrantes de este barrio son americanos, un hecho que se hace visible en sus calles y comercios. Este barrio es un ejemplo de integración y prosperidad, pues en ningún otro lugar de la ciudad se pueden observar tantos establecimientos regentados por extranjeros, donde españoles e extranjeros se pasean sin distinción alguna. De cada cuatro emigrados residentes en Zaragoza, uno vive en Delicias.

Otro importante foco de inmigración es el Casco Histórico, que cuenta con 5.657 extranjeros censados y donde la mayoría la ejerce, en este caso, la comunidad africana. Barrios como San José, Universidad, El Rabal o la zona Centro son también importantes puntos de recepción de inmigrantes, aunque no se acercan a las cifras de Delicias. Por su parte, Casablanca, Santa Isabel y los barrios rurales son los lugares con menor índice de población extranjera.

Sin embargo, el fenómeno de la inmigración tiende a extenderse y a copar todos y cada uno de los barrios de nuestra ciudad. De hecho, la evolución de este sector social es impresionante, pues en los últimos cinco años ha crecido un 536,45%. Según el teniente el alcalde de Régimen Interior, Florencio García Madrigal, "estos datos son de gran interés, ya que nos dan a conocer la nueva realidad social de la ciudad".

CAMBIOS EN EL PAISAJE URBANO La urbe muestra su capacidad para satisfacer naturalmente las demandas e inquietudes de la población extranjera. Cinco años atrás, los inmigrantes no podían disfrutar en Zaragoza de los alimentos propios de su tierra. La oferta se reducía a productos concretos que importaban algunos grandes supermercados. Hoy en día, africanos y americanos disponen de multitud de tiendas donde pueden encontrar sus productos típicos y disfrutar de aquello que hasta hace poco fue su parte de su vida y habían perdido.

Distintos establecimientos aparecen para satisfacer las demandas de la población extranjera. Los locutorios, por ejemplo, abundan por toda la ciudad y se consolidan como un medio indispensable para la comunicación de los inmigrantes con sus familias. La ciudad se adecúa a este creciente colectivo que, incluso, dispone de locales específicos dónde disfrutar de su música y sus fiestas. Así, entre la nostalgia de aquello que dejaron atrás y las ganas de prosperar en un nuevo hogar, la población extranjera manifiesta su inquietud por integrarse y participar de la sociedad que hoy les acoge.