Las aventuras del Capitán Nemo en su barco, la llegada a la India de Phileas Fogg y su criado Passepartout y la inmersión en el continente africano fueron las escenas más representativas de la cabalgata organizada anoche para recibir a los Reyes Magos en Zaragoza, que este año tuvo a Julio Verne como protagonista. Miles de niños, ilusionados y emocionados, quisieron ser testigos de la llegada de sus majestades y en el caso de los más despistados, entregar la carta.

Los Reyes Magos aterrizaron en el anfiteatro del parque Delicias a través de una nube de humo. De ahí, llegaron en un autobús turístico hasta el colegio Joaquín Costa para comenzar el desfile. Con todo preparado, la comitiva arrancó a su hora, a las 18.00 horas. La nueva estrella anunciadora de 12 metros, diseñada por K de calle y Manolo Pellicer, iluminó con su luz el camino a seguir aunque las integrantes del club de patinaje Nueva Era también colaboraron, porque brillaron con sus coreografías y su vestuario de color plateado y dorado.

El cielo libre de nubes y los casi 20 grados de temperatura ayudaron a que los más pequeños y sus familias permanecieran en sus puestos tras las vallas para ver a sus majestades.

Un ficticio Julio Verne perseguía a la estrella en un vehículo de dos grandes ruedas, que estaba a la altura de su increíble imaginación. Tras él, otras minicarrozas similares dejaban impresionado a todo el público.

La cabalgata se dividía en tres bloques, tantos como reyes. Llegó el turno de Melchor. El buzón y los carteros reales recogían las últimas cartas de todos los presentes que se las entregaban -porque muchos ya habían hecho sus deberes-. Acababan de llegar de la estepa rusa y estaban inspirados en Miguel Strogoff, uno de los personajes más populares.

Junto a ellos, avanzaba el Capitán Nemo montado en su barco, aunque estaba a punto de que un enorme pulpo lo hundiera en el mar. La película El viaje a la Luna también tuvo un espacio en la cabalgata y protegía todo el oro de Melchor.

Después de Melchor, llegó la hora de ver a Gaspar. Los numerosos viajes que relata Julio Verne en sus novelas se representaron en este espacio. La llegada a la India y el canfranero aparecieron en las calles zaragozanas.

Sin embargo, el más esperado para los más pequeños era Baltasar. A su paso, los niños no paraban de llamarle y se dejaban la voz para que les saludara. Con él, viajaban diferentes tribus de África y mostraban los bailes típicos del continente. Pero lo que más sorprendió entre el público fue el globo aerostático que le precedía.

Iván Martínez y Hugo Botella estaban nerviosos por verlos y orgullosos de cómo se habían portado este año, deseaban que sus reyes preferidos, Melchor y Baltasar, les trajeran «los juegos para la play» que habían pedido. En su caso, Makan Kitá avisaba de que iba a estar «sin pegar ningún ojo» para «poder darles un abrazo» a los tres.

INCIDENTES / Prácticamente durante todo el recorrido, los integrantes del desfile avanzaron sin contratiempos. El paseo María Agustín y Pamplona dieron juego para que la exhibición fuera más espectacular. Algo más complicado lo tuvieron al cruzar la plaza Paraíso, el paseo Constitución y el paseo de la Mina. Una vez que la comitiva llegó hasta la calle Alfonso, una mujer de avanzada edad fue atendida en una ambulancia tras sufrir una lipotimia.

Pero las adversidades no llegan solas. En el momento en el que el rey Gaspar recorría la calle Alfonso, una de las carrozas se quedó enganchada a una de las farolas y los técnicos tardaron unos 20 minutos en resolverlo.

Tras estos imprevistos, la comitiva llegó a la plaza del Pilar sobre las 20.00 horas y concluyeron al saludar desde el balcón del ayuntamiento.