Hasta el buen tiempo quiso ayer sumarse a las miles de personas que en todo Aragón se echaron a las calles para dar su bienvenida a sus majestades los Reyes Magos de Oriente, que recorrieron la comunidad de norte a sur en multitud de cabalgatas.

La más concurrida de todas fue la de Zaragoza. En las calles del centro no cabía un alfiler, una expectativa que estaba a la altura del espectáculo pues, a pesar de las restricciones económicas que vive el ayuntamiento, la capital aragonesa celebró la cabalgata más grande de su historia, que no la más cara.

El espectáculo mantuvo el presupuesto del año pasado, 90.000 euros, incluyendo los 30.000 aportados por los patrocinadores privados. Nada que ver con los años de vacas gordas, en los que el consistorio llegaba a gastar 140.000 euros.

Los escenarios de la Europa del siglo XIX evocados por Charles Dickens volvieron a ser, como el año pasado, la fuente de inspiración. Pero la tarde más mágica también estuvo llena de novedades. "Hemos tenido más gente y más carrozas desfilando que nunca", destacó el consejero de Cultura, Jerónimo Blasco.

La primera de esas novedades fue la llegada de sus majestades, que hicieron honor a su apelativo de magos apareciendo por arte de magia en un espectáculo de Jorge Blass en la plaza del Pilar. Melchor, Gaspar y Baltasar surgieron tras una lluvia de serpentinas, lo que provocó la ovación de la multitud allí congregada.

La otra innovación se produjo al final de la tarde, pues los tres sabios de Oriente se dirigieron por primera vez a los niños zaragozanos desde el balcón del ayuntamiento. "Esto, unido a un mayor recorrido a pie, ha permitido que toda la plaza del Pilar pudiera ver a los tres reyes de cerca", destacó Blasco.

Inmediatamente después del espectáculo de Jorge Blass, los Reyes se habían marchado hacia el colegio Joaquín Costa, desde donde partieron en la cabalgata junto a una comitiva de 500 personas, 50 más que el año pasado.

Osos blancos, trineos y los Zagales de Aragón TV precedieron a un ballet de barrenderos acróbatas que parecían escapados de Mary Poppins. Seguidamente, unos vendedores de periódicos anunciaban la gran noticia: los Reyes Magos ya estaban en Aragón. Después, los niños más rezagados pudieron depositar sus cartas en una nueva carroza con forma de buzón.

La cabalgata también lanzó un mensaje a todos aquellos niños que han pedido un perro a los Reyes. Un grupo de personajes de Dickens paseaba a sus mascotas, que llevaban un peto en el que podía leerse: "Adopta".

De repente, se escuchó entre el público: "¡Que vienen los piratas!". Era la expresión de sorpresa de Aarón y Cristian, gemelos de cuatro años, ante otra nueva incorporación de este año: un cuarto de juegos al estilo de Peter Pan, con Capitán Garfio incluido.

A su lado, Elsa, de ocho años, se mostraba excéptica. "¿Pero cómo van a dejar andar por aquí a unos patos?", se preguntaba. Dicho y hecho: 150 ocas de la suerte arrancaban los mayores vítores de la tarde, con permiso de sus majestades. Y así, una tras otra, fueron desfilando las 30 comitivas que precedieron a las tres más importantes: las de Melchor, Gaspar y Baltasar, que irrumpieron precedidos por 22 exóticas bailarinas cada uno.

Cuando llegaron a la plaza del Pilar, hacía casi tres horas que era imposible encontrar un hueco en primera fila. Así les pasó a Pablo e Irene, dos primos que llevaban a las cinco de la tarde se habían hecho con el último hueco. "Pero la espera ha merecido la pena", admitió Silvia, la mamá de Pablo. Este reconocía haber sido "pillo", pero que esperaba con ilusión sus regalos. E ilusión que fue la nota dominante en una tarde de misterios.

EN HUESCA Y TERUEL Pero los Reyes Magos ayer tenían muchas localidades que visitar, y no solo en Zaragoza. Huesca y Teruel también estaba en su hoja de ruta y sus carrozas llegaron hasta el último rincón. Hasta incluso las estaciones de esquí, perfectamente equipados y con antorchas y cientos de kilos de caramelos y regalos que entregar antes de despedirse con fuegos artificiales. En todos los centros invernales: Candanchú, Astún, Cerler, Formigal y Panticosa, Javalambre y Valdelinares.

Su paso por Jaca no defraudó a los más pequeños. Con la amenaza de la lluvia despejada, a la cabalgata real no faltaron a la cita con los más pequeños. Igual que en la capital oscense, donde siete carrozas llevaron el colorido de una cita mágica por las principales calles de la ciudad, cargados de kilos de confeti y serpentinas, repartiendo globos y más de media tonelada de caramelos sin gluten, y un espectáculo de luz y sonido que puso el broche a la fiesta.

La llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar también se vivió con fervor en numerosos pueblos de la provincia de Teruel. Antes de irse a dormir por la noche y a la espera de recibir los regalos, los más pequeños querían verles de cerca y, tal vez, recibir algún obsequio por adelantado.

En la capital, miles de turolenses asistieron al paso de decenas de vehículos, con animación de calle incluida y la participación de más de medio millar de personas en las carrozas acompañando a la comitiva a pie. Con la plaza del Torico como punto de inicio de la cabalgata tras su llegada en coche de caballos y final en el Belén viviente instalado en la del seminario. Llevarse un pequeño dinosaurio de juguete fue el premio a tanta espera. Todo un año.

En otros municipios, como La Fresneda, los niños salieron con calderos, cacerolas y latas a la carretera para hacer todo el ruido posible para recordarles que también tienen que entrar en este pueblo.