Una estrella masiva que había sido descubierta en 2001 y estudiada por los astrónomos durante más de diez años, ha desaparecido de pronto en el universo.

La estrella masiva, llamada así porque su masa es al menos 10 veces la de nuestro sol, estaba en el interior de la galaxia enana Kinman, perteneciente a la constelación de Acuario y situada a unos 75 millones de años luz de distancia.

La enorme distancia a la que está Kinman no permite a los astrónomos ver directamente a sus estrellas individuales, pero sí pueden detectar las huellas que deja su presencia.

Durante todo el tiempo que la estrella desaparecida fue estudiada, emitía una luz 2,5 millones de veces más brillante que la del Sol.

La primera señal de alarma sonó en 2019, cuando los astrónomos notaron que el espectro y brillo de la estrella habían desaparecido de los registros astronómicos.

Y a continuación los astrónomos confirmaron que la potente luz que emitía se había apagado y concluyeron con sorpresa que había desaparecido.

Hipótesis

Las explicaciones que barajan los astrónomos son hipotéticas. Podría ser que la estrella hubiera perdido parte de su brillo y que finalmente quedara oscurecida por el polvo estelar.

Otra hipótesis es que colapsó en un agujero negro, algo insólito en la observación astronómica.

Los astrónomos ya sabían que la estrella estaba en una etapa tardía de su evolución, pero no se esperaban ese posible desenlace. Por eso consideran que han presenciado la muerte de una de las estrellas más masivas del universo local.

Protocolos

El descubrimiento de la desaparición de la estrella siguió los más estrictos protocolos.

La aproximación la realizaron con una innovación tecnológica, el instrumento Espresso, un sofisticado cazador de planetas situado en el interior del interferómetro Very Large Telescope, en el Observatorio Paranal de ESO.

En agosto del año pasado lo orientaron hacia la estrella supermasiva utilizando simultáneamente los cuatro telescopios de 8 metros del VLT, pero no encontraron rastro de ella.

A pesar de la sofisticada tecnología de Espresso, los astrónomos volvieron a la carga meses más tarde con el instrumento X-shooter, de espectroscopía de alta resolución integrado también en el VLT de ESO, y de nuevo no encontraron rastros de la estrella.

Para asegurarse de la desaparición de la estrella, los astrónomos recopilaron a continuación datos antiguos que atestiguaban su existencia, obtenidos tanto mediante ESO como de otras fuentes.

Esa comparativa permitió a los astrónomos apreciar que la estrella había experimentado recientemente una serie de estallidos que duraron al menos hasta 2011.

Es frecuente que estrellas de este tipo experimenten cambios bruscos a lo largo de su vida, que les provocan pérdida de masa y un espectacular aumento de su luminosidad.

A tenor de esas suposiciones, los astrónomos consideran posible que los estallidos pudieran haber provocado la pérdida de luminosidad de la estrella y convertirla en menos luminosa, imperceptible a los telescopios.

No descartan, sin embargo, que alternativamente haya colapsado y desaparecido de una forma insólita, sin que hayamos podido presenciar su muerte. Los resultados se han publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.