Diversos medios han publicado que, de continuar así, dentro de 60 años el suelo estará tan erosionado que no habrá cosecha posible. Sin embargo, un nuevo estudio científico ha calculado cuánto tiempo realmente le queda a nuestras tierras de cultivo. Los resultados, aunque no sean apocalípticos, continúan siendo preocupantes.

En los últimos años diversos medios internacionales se han hecho eco de un titular catastrofista: nos quedan entre 60 y 100 cosechas antes de que el suelo se vuelva improductivo por la erosión.

Fue el caso de, entre otros, The Guardian y Scientific American.

Según estos artículos, para 2080 una hambruna global golpearía a la Humanidad. Un desastre que muchos de los bebés y niños de hoy sufrirían. Sin embargo, y para alivio de nuestros niños, estos datos catastrofistas no tienen base científica. Pero no por ello la erosión global deja de ser un tema clave para la supervivencia del planeta.

Un grupo de científicos ha evaluado el estado de más de 250 suelos diferentes de 38 países alrededor del mundo. Alertados por los titulares, quisieron comprobar cuál era la velocidad real a la que el suelo de nuestros cultivos se está perdiendo. Sus resultados, publicados en la revista Environmental Research Letters, pero no dejan de ser una llamada de atención.

Si continuamos como hasta ahora, la superficie del 16% de los suelos cultivados de la Tierra quedaría inservible en los próximos 100 años. El problema además no se limita a un área concreta, sino que afectaría a todas las regiones del mundo. Según indican los autores del estudio, la erosión sería también importante en países con un PBI relativamente alto como China, Estados Unidos, Australia, Italia o España.

La práctica totalidad de las especies terrestres dependen de alguna u otra manera de la capa más superficial del suelo. Pero la erosión adelgaza esta capa exterior en la que está presente gran cantidad de materia orgánica. Y al perderse esta capa, se expone en la superficie la piedra madre, que tiene mucho menos valor para la vida.

Además, los suelos gruesos tienen mayor captación de agua, nutrientes y carbono que los delgados. Por eso también son un factor fundamental para la supervivencia de los cultivos, de los cuales depende el 98% de la alimentación humana.

¡Insostenible!

Los resultados indican que continuar como hasta ahora no es sostenible.

Un 16% puede parecer una cifra pequeña, pero es muy significativa. Según la FAO, casi el 40% de la superficie de la tierra libre de hielo se utiliza en agricultura o ganadería. El 60% restante consiste en tierra árida -como desiertos o suelos rocosos- o zonas de praderas, bosques y selvas. Por lo tanto, si se produce la erosión del 16% del suelo agrícola y debe buscarse nueva tierra de cultivo, la gran perjudicada será la naturaleza.

A esto hay que añadir que la población mundial está creciendo y se prevé que lo siga haciendo a lo largo del siglo XXI. Además, mucha de esta población está aumentando su poder adquisitivo y reclamando alimentos con mayor cantidad de proteína como la carne. Así, la superficie media de suelo necesario para alimentar una persona, aumenta. Y otra vez los perjudicados serían los prados y bosques.

Aumentar la producción de alimentos manteniendo la biodiversidad es uno de los grandes objetivos del siglo XXI. Pero para ello es vital mantener el suelo agrícola sano, evitando la desertificación.

Pensando en ello, los autores calcularon las predicciones en un escenario ecológicamente conservador, con medidas para reducir la erosión. Y bajo este panorama el porcentaje de suelo agrícola erosionado de aquí a 100 años bajaría del 16% al 7%. Es más, en este escenario un 21% de los suelos aumentaría su espesor.

Poner medidas para controlar la erosión es fundamental. Con este objetivo en mente la mejor opción sería indudablemente cubrir el suelo con bosques. Si lo hiciésemos, ninguno de los suelos estudiados sucumbiría a la erosión en los próximos 100 años.

Pero en un planeta cada vez más superpoblado no podemos deshacernos de las tierras de cultivo tan libremente. El cambio debe estar en las prácticas agrícolas habituales.

Formas de proteger el suelo

Entre las posibles maneras de proteger el suelo de la erosión destaca la plantación de cultivos de cobertura. Consiste en la siembra de vegetales, principalmente legumbres, justo tras la cosecha del cultivo principal. Los cultivos de cobertura aumentan enormemente la vida del suelo, además de aportar nutrientes y limitar el crecimiento de “malas hierbas”.

Otra práctica que disminuiría la erosión es controlar el labrado de la tierra. La labranza remueve los nutrientes para que las plantas tengan más acceso a ellos, eliminando también las malas hierbas. No obstante, deja en contacto con el aire grandes superficies de suelo, y esta exposición provoca pérdida de nutrientes y mayor erosión por viento y agua.

Realizar un labrado conservador ?o dejar de labrar completamente- ralentizaría la erosión de mucha superficie cultivada.

Parece que la erosión del suelo no desembocará en un apocalipsis, pero se deben cambiar ciertas prácticas si queremos alimentarnos sin provocar daños irreparables al medio ambiente.

Más información:

The idea that there are only 100 harvests left is just a fantasy.

Soil lifespans and how they can be extended by land use and management change.