Finalmente, ha terminado produciéndose la esperada erupción volcánica de Islandia, cerca de la capital, aunque sin tener que lamentar daños personales ni materiales. La erupción comenzó este viernes a unos 40 kilómetros de la capital, Reikiavik, y continúa aún hoy, domigo, provocando un río de lava y magma rojo incandescente. Es la primera vez que esta región entra en erupción después un periodo de inactividad de nada menos que 800 años.

Tras una intensa actividad sísmica desde hace tres semanas y una alerta de erupción, un torrente de lava brotó el viernes a las 20.45 horas de una grieta en el suelo en Geldingadalur, cerca de la montaña Fagradalsfjall, iluminando la noche con una nube roja.

En unas espectaculares imágenes de video grabadas el sábado por un helicóptero de los guardacostas, se veía fluir la lava, así como fumarolas de gas azul en el lugar de la erupción.

«Se considera que la erupción es pequeña y que la fisura mide unos 500 a 1.000 metros de largo. La lava abarca menos de un kilómetro cuadrado de tamaño», señala en un comunicado el Servicio Meteorológico (OMI), que vigila la actividad sísmica.

El sistema volcánico de Krysuvik, que no tiene un cráter principal, se encuentra al sur de la montaña Fagradalsfjall, en la península de Reykjanes, en el suroeste de Islandia. El lugar de la erupción se halla a unos 5 km tierra adentro.

La policía y los guardacostas fueron enviados al lugar y se ha recomendado a la población que no se acerque.

El aeropuerto internacional islandés de Keflavik y el pequeño puerto pesquero de Grindavik se hallan a pocos kilómetros de distancia, pero la zona está deshabitada y no se prevé que la erupción suponga un peligro.

Por el momento, las autoridades no informaron de que haya caído ceniza, pero podrían producirse fragmentos de tefra (magma solidificado) y emisiones de gas.

La policía aconseja a los habitantes que viven al este del volcán que cierren las ventanas y se queden en casa debido al riesgo de contaminación por gas. Por el momento el tráfico pudo proseguir en el aeropuerto de Keflavik.

Las emisiones de gases de los volcanes, sobre todo el dióxido de azufre, pueden ser elevadas en las inmediaciones de una erupción y constituir un peligro para la salud, llegando incluso a ser mortales.

A distancia, la contaminación puede superar los límites aceptables, en función del viento. El gas «puede causar problemas y tener efectos nocivos para la salud», advirtió la Agencia islandesa de Medio Ambiente.

Las erupciones volcánicas en la región son efusivas, es decir la mayor parte de la lava mana hacia el suelo, a diferencia de las explosivas que arrojan nubes de ceniza hacia el cielo.

El sistema volcánico de Krysuvik lleva inactivo 900 años, según la Oficina Meteorológica y la última erupción en la península de Reykjanes se remonta a casi 800 años, a 1240.

La zona lleva semanas bajo una mayor vigilancia porque el 24 de febrero se registró un terremoto de magnitud 5,7 cerca del monte Keilir, en las afueras de Reikiavik.

A este terremoto le siguió un número inusual de temblores menos fuertes: más de 50.000, la mayor cantidad desde que comenzaron los registros digitales en 1991.

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