A pesar de ser uno de los residuos humanos más abundante a escala mundial, el tirar una colilla al suelo es “algo habitual en la conciencia social”, ha explicado a la agencia Efe Francisco Belzagui, investigador de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), quien alerta sobre las más de 15.000 fibras de acetato de celulosa presentes en el filtro del tabaco, un polímero sintético obtenido de la celulosa.

Cuando las colillas son arrojadas a la calle, la lluvia y el viento suelen transportarlas normalmente a un medio acuático -ríos, lagos, pantano, mar- donde se desprenden miles y miles de fibras con una longitud menor a los 5 milímetros (normalmente alrededor de 0,2 mm) llamadas microfibras.

Sustancias tóxicas y microfibras

El gran problema de los filtros usados -aclara Belzagui- es que por un lado liberan los tóxicos del tabaco acumulados, y, por otro, dispersan las microfibras que contienen, y que, debido a su diminuto tamaño, entran en la cadena trófica al ser ingeridas por todo tipo de organismos, al confundirlos con comida.

Estas fibras, procedentes en su mayoría de las colillas y del lavado de ropas sintéticas, una vez que llegan a los océanos, ríos, lagos, e incluso zonas alejadas como el Ártico, no se pueden retirar, ya que es imposible filtrar dichos lugares, lamenta el experto para incidir en que, lo ideal sería no generar el residuo en el inicio.

Belzagui aclara que aunque las colillas desprenden microfibras, la ciudadanía en general no las suele relacionar con la contaminación plástica, y esto es debido a que, entre la sociedad científica, aún no hay una definición precisa y consensuada del significado de microplástico.

Para el investigador, sin embargo, estas microfibras cuentan con todas las características para ser consideradas microplástico: son ubicuas, persistentes, pequeñas y potencialmente peligrosas para los ecosistemas.

Esta ubicuidad de las colillas se pone de manifiesto en las campañas de limpieza realizadas en diferentes playas del mundo, en las que este residuo es el que aparece con mayor frecuencia, incluso por encima de las pajitas y envoltorios de dulces; es un problema “que no cesa”, deplora el investigador.

Prohibición en playas

En este sentido, incide en que tirar una colilla en la calle es un gesto social “prácticamente normalizado”, aunque, sin embargo, confiesa sentirse “esperanzado” tras el anuncio de algunos ayuntamientos españoles de poner en marcha este verano una prueba piloto, que prohíba fumar en la arena y en el agua de las playas. Ya hay varias decenas en todo el país que han implementado esta medida, con resultados satisfactorios. En estas playas, las colillas han desaparecido.

Es una “buena noticia, son pasos que suman”, aunque lo importante es no tirar las colillas en la calle señala Belzagui para recordar que una sola es capaz de contaminar 1.000 litros de agua, y en el mundo actual, “donde el agua es un lujo, no nos podemos permitir esa situación”.

Para intentar acabar con este grave problema, el investigador explica que aplicar el uso de filtros biodegradables en el tabaco, en sustitución de los convencionales, es, en su opinión, “algo relativo y complejo”.

A su juicio, en muchos casos se ha visto que se utiliza mal la palabra “biodegradable”, ya sea por una cuestión de ignorancia o ‘greenwashing’ (lavado de cara verde), y por otro lado, aun quedaría el problema de las sustancias tóxicas que estos filtros transportan al medio ambiente cuando las colillas no son depositadas en un basurero

Además, ofertar esta opción sería algo parecido a decir a los fumadores “tenéis permiso para tirarlas en la calle” incide el experto, quien apuesta por concentrarlas de forma controlada para su posterior tratamiento e impedir que contaminen el medio ambiente.

Otra solución, aún en estudio, para inmovilizar estos residuos sería el uso de colillas en la fabricación de ladrillos, aunque Francisco Belzagui hace hincapié en informar a los fumadores sobre la importancia de arrojarlas a los ceniceros, en lugar de ser meros “testigos y cómplices” de la situación.

Barcelona prohibirá fumar en varias playas este verano

Precisamente, el Ayuntamiento de Barcelona quiere prohibir el tabaco en las playas de la ciudad y este verano impulsará una prueba piloto en cuatro de las diez playas: Sant Miquel, Somorrostro, Nova Icària y Nova Mar Bella.

La concejala de Salud de Barcelona, Gemma Tarafa, ha explicado este martes en una rueda de prensa que la medida tiene como objetivo «preservar la salud de la ciudadanía con especial énfasis en la población más vulnerable y preservar el espacio público como lugar de convivencia».

El concejal de Emergencia Climàtica y Transición Ecológica, Eloi Badia, ha explicado que ya se ha iniciado una consulta para recoger la opinión de entidades y partidos, con el objetivo de que la normativa puede aplicarse al inicio de la temporada de baño, prevista para el 29 de mayo.

Badia ha convenido que el Ayuntamiento puede instar a hacer cumplir la normativa, pero no puede establecer un régimen sancionador específico según el marco legal actual, por lo que han iniciado contactos con otras administraciones para abordar la cuestión.

Sin embargo, el concejal ha explicado que si uno o una agente de la Guardia Urbana insta a alguien a apagar el cigarrillo tal como marca la normativa y la persona se niega, podría ser sancionada por «desacato a la autoridad».

Para ello, el Gobierno municipal ha dicho que la normativa irá acompañada de una campaña informativa y un equipo de informadores que explicarán la medida por las playas de la ciudad y que tendrán una función principalmente pedagógica.