Las poblaciones de ambientes cálidos se extienden a razón de 268 km2 al año en este mar y los de comunidades frías se retraen 155 km2 anualmente

Las poblaciones de ambientes cálidos se extienden a razón de 268 km2 al año en este mar y los de comunidades frías se retraen 155 km2 anualmenteLa distribución y el comportamiento de las especies están cambiando en todo el planeta. La modificación del clima hace que animales y plantas se vean afectados por el calentamiento y, de este modo, vayan desplazando sus poblaciones. Es un proceso generalizado que los científicos han observado en aves, mamíferos o vegetales.

Ahora también se ha constatado el mismo fenómeno en el medio marino, y concretamente en el mar Cantábrico. Un estudio que acaba de publicar la revista Ecological Indicators, dado a conocer por la agencia Sinc, relaciona los cambios en la distribución de las comunidades de peces de fondo con la temperatura de la columna de agua.

Los resultados de esta investigación, que se ha desarrollado en aguas del Cantábrico y Galicia, muestran cómo responden las comunidades de peces a la distribución de la temperatura ambiental, tanto espacialmente como temporalmente.

El índice que se ha empleado en el estudio ha permitido clasificar las comunidades de peces de fondo en tres tipos: cálidas, templadas y frías. También ha permitido hacer un análisis de cómo se distribuyen cada uno de los tipos en el espacio y en el tiempo.

De este modo, los investigadores han podido determinar que en el Cantábrico se aprecia que las comunidades con una temperatura más alta (las comunidades cálidas) son principalmente litorales, mientras que las comunidades más frías están a mayor profundidad.

En cambio, esto no ocurre en aguas de Galicia. Allí, debido al efecto del afloramiento, no hay estratificación en la temperatura y no se han hallado estas diferencias en profundidad. Esta presencia del afloramiento de aguas frías en aguas gallegas determina, además, que en estas áreas las comunidades sean más frías que en el interior del Golfo de Vizcaya.

La velocidad del calentamiento

Asimismo, se ha podido estimar la velocidad a la que las comunidades están cambiando a lo largo del tiempo. En concreto, se ha comprobado que las comunidades cálidas están expandiendo su área de distribución a una velocidad de 268,4 km2/año, mientras que las comunidades frías se han retraído a una velocidad de 155,4 km2/año.

En el año 2016 este equipo sacó a la luz que las comunidades de peces del Mar Cantábrico estaban sufriendo un proceso de meridionalización. Es decir, la abundancia de la mayoría de las especies templadas nativas del Mar Cantábrico y de las aguas de Galicia estaba aumentando.

“Estos cambios detectados en nuestras aguas conllevan cambios profundos en las comunidades de peces de fondo y se encuadran dentro de las consecuencias derivadas del cambio climático en la distribución de las especies”, explica Antonio Punzón, investigador del Centro Oceanográfico Santander del IEO y primer autor de los dos estudios.

“Se trata de procesos como la borealización, que consiste en que comunidades boreales expanden su distribución hacia el Ártico, o la tropicalización, que supone un aumento de la abundancia de especies tropicales o subtropicales no nativas”, apunta el científico.

El calentamiento global está modificando la distribución de especies a un ritmo sin precedentes en los ambientes marinos. Los resultados del nuevo trabajo servirán para explorar y anticipar los efectos del cambio climático en comunidades demersales bajo diferentes escenarios.

Estas alteraciones en la distribución y abundancia de las especies y en las comunidades tienen importantes consecuencias no solo a escala ecológica, si no que tienen efectos en la explotación, sostenibilidad y gestión de los principales recursos explotados.

Los próximos pasos del equipo de investigación irán encaminados a determinar los cambios de las comunidades en función de los distintos escenarios climáticos futuros, conocer cómo estos cambios se están traduciendo en la explotación pesquera, caracterizar cuáles son las principales vulnerabilidades e identificar la existencia de oportunidades.

“Todo ello permitirá el diseño de una estrategia de adaptación y mitigación a los efectos del cambio climático sobre las actividades pesqueras”, concluye Punzón.

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