La confluencia de los ríos Ebro, Segre y Cinca, a su paso por la localidad zaragozana de Mequinenza, dibuja una de las estampas más bellas y singulares que pueden contemplarse hoy en día en Aragón. Las aguas de los tres ríos, de distintas tonalidades, se juntan sin llegar a mezclarse en la zona conocida como Aïguabarreig, la confluencia fluvial más grande de Europa, todo un espectáculo para disfrutar cámara de fotos en mano.

Muy cerca, en lo alto de un espolón, se ubica el Castillo de Mequinenza, uno de los principales exponentes de arte gótico de la comunidad, testigo durante siglos del devenir de un pueblo con una historia de sacrificio y tesón. Las construcción del embalse de Ribarroja, que junto al de Mequinenza forma el Mar de Aragón, obligó a los mequinenzanos hace ahora 50 años a trasladarse de su pueblo viejo a uno nuevo, como recuerdan los nombres de letra de sus calles que conserva de aquel nuevo inicio.

Una opción para asomarse a la historia de esta localidad, ligada al agua de sus ríos y a la actividad minera, es visitar alguno de los Museos de Mequinenza que intentan «conservar la memoria colectiva que se perdió con el derribo del pueblo viejo», explica Javier Rodes, responsable de Museos del consistorio mequinenzano.

En familia. Recorrido por el Museo de la Mina. Foto: Museos de Mequinenza

El Museo de la Mina de Mequinenza ofrece una experiencia pensada para el público familiar, con la posibilidad de meterse en la piel de un minero y acceder a una galería minera real de un kilómetro, adaptada para personas con movilidad reducida. A lo largo de todo el recorrido se ofrece una panorámica de los distintos métodos de extracción de carbón empleados en las minas de la zona a lo largo del tiempo y su transporte por el río Ebro hasta localidades como Tortosa o Fayón.

«Para ello se empleaban los llauts, unas barcas típicas de este tramo del Ebro que cargaban entre 20 y 30 toneladas de mineral en cada viaje», cuenta Rodes, que eran remolcadas río arriba de nuevo hasta la localidad a través de los caminos de sirga, un sistema muy curioso y poco habitual en cualquier otra cuenca minera. «Esta sirga era una cuerda de la que estiraban los sirgadores, que se colocaban una coraza para tirar de ella y poder de este modo remontar los barcos, un trabajo que era de gran dureza», apunta el responsable.

VIAJE POR LA HISTORIA

Por su parte, el Museo de la Historia de Mequinenza plantea un viaje por el tiempo desde la Prehistoria, con reproducciones de los yacimientos arqueológicos de la zona y de su arte rupestre declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; pasando por la llegada de los romanos y la fundación del primer asentamiento de Mequinenza en la Edad Media, a cargo de la tribu bereber de los Miknasa, a los que debe su nombre.

La segunda parte de la visita está dedicada a la época contemporánea, que comienza con la extracción del carbón a partir de 1850 y el traslado de la población al pueblo nuevo por la construcción del pantano. En esta zona pueden contemplarse fotografías del pueblo antiguo, del inicio de las obras del embalse y del derribo de las casas del pueblo viejo.

Tradiciones. Maqueta de un llaut, barca típica. Foto: Museos de Mequinenza

Además, cuenta con un espacio dedicado al famoso escritor mequinenzano Jesús Moncada, que a través de su literatura y de su famosa obra Camí de sirga, dejó testimonio escrito de un pueblo que estaba a punto de desaparecer. El recorrido finaliza con un espacio dedicado a la nueva Mequinenza y a la unión y esfuerzo de todos sus habitantes para comenzar de cero.

El museo se completa con una sala de exposiciones temporales, que actualmente acoge una muestra sobre las fiestas de San Blas y Santa Águeda, declaradas de Interés Turístico en Aragón, que se celebran en Mequinenza el primer fin de semana de febrero. «Se trata de una celebración con más de 300 años de historia en la que los vecinos confeccionan espectaculares disfraces para participar en los concursos que tienen lugar durante el fin de semana, algunos de los cuales pueden verse expuestos», cuenta el responsable de los museos.

El horario de apertura de los Museos de Mequinenza es los sábados, de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 20.00 horas, y domingos de 10.00 a 14.00 horas. Sepueden hacer visitas guiadas, previa reserva en www.museosdemequinenza.com. En esta página también se pueden solicitar visitas guiadas al Castillo de Mequinenza, disponibles solo los martes por la mañana. Situado en lo alto de un espolón junto al cauce del Ebro, ofrece unas espectaculares vistas de la localidad ribereña y de todo su entorno.

DEPORTES ACUÁTICOS

Mequinenza ofrece además otras alternativas para los amantes del senderismo, la observación de aves o los deportes acuáticos. Un paseo fluvial enlaza la localidad con la zona del Aïguabarreig, las ruinas del pueblo viejo y los museos municipales de la mina y la historia. El GR99 o Camino del Ebro atraviesa el municipio y discurre paralelo al río, simulando el antiguo trazado de los caminos de sirga que se utilizaban para remolcar los llauts. Numerosas empresas de turismo activo ofrecen la posibilidad de practicar deportes como remo, piragüismo, kayak o paddle surf en el entorno tanto del río como de los embalses del Mar de Aragón.