Exposición - Evo-LUZ-ión - De Isabel Guerra.

Hasta el 7 de noviembre puede visitarse Evo-LUZ-ión. Una treintena de obras de la artista Isabel Guerra que conforman la exposición temporal más destacada de los últimos tiempos en el Museo.

Es también un homenaje al obispo emérito de la Diócesis de Barbastro-Monzón, Alfonso Milián, precursor de la muestra y cuyo retrato, realizado por la artista, podrá contemplarse, junto a su ajuar episcopal, q hasta el próximo 7 de noviembre.

Entre retratos, paisajes, bodegones o paisajes urbanos atisbamos la evolución creativa de una artista en constante Evo-LUZ-ión, que asume con maestría las técnicas e incorpora a sus obras los avances de la tecnología con una facilidad y calidad creativa absolutamente admirable.Algunas son obras tempranas, como el grafito de 1996 Alegre confianza; otras, más recientes, como Espontaneidad de la inocencia, un pastel fechado en 2017. Con ellas se expondrán los retratos de los tres obispos que precedieron al actual prelado de esta diócesis -Milián, Omella y Echebarría-, cuadros propiedad del Cabildo Catedral.

Madrileña de nacimiento, Isabel Guerra trabaja el óleo, la técnica mixta, el dibujo, la obra gráfica y la fotografía. Observadora, admiradora de grandes obras, lectora de libros de Arte, las visitas al Museo del Prado fueron forjando su personalidad artística. Y de esa actualización constante, en movimiento y vanguardia, y de la luz característica de su obra surge el título de esta exposición: Evo-LUZ-ión. Como explican desde el Museo, “en una palabra que son tres hemos querido expresar cómo entendemos su obra. Al protagonismo, central, de la luz, unimos dos conceptos. Por un lado, el de la duración de las cosas eternas, el evo, que nos acerca a la trascendencia presente en su producción artística y que, al tiempo, como el arte, está llamado a perdurar en su esencia a lo largo del tiempo. Por otro lado el ión, los iones, las cargas eléctricas en permanente movimiento y mutación, en eterna transformación. Una evolución que se expande, que nos ilumina y perdura”.

La trayectoria de Isabel Guerra está también marcada por su ingreso en 1970 en el monasterio cisterciense de santa Lucía en Zaragoza. Sus pinturas, profundamente hiperrealistas, tienen una clara técnica velazqueña –y convivirán en estas salas con Los aguadores, del taller de Diego Velázquez- pero siempre con un halo de mística cristiana. Su obra está presente en museos e importantes colecciones, así como en catedrales y templos. Es académica de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de S. Luis y Académica Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Su obra, altamente cotizada, ha estado presente en más de veinte exposiciones individuales y otras tantas colectivas desde 1960.