En enero del año 1992, un grupo de amigos que nos habíamos reunido alrededor del grupo del Palotiau de Boltaña, con el que llevábamos tocando ya desde algunos años atrás, pensamos en la posibilidad de recuperar la ronda, un acto que había sido parte importante de nuestras fiestas, pero se había perdido desde hacía ya un tiempo.

En enero del año 1992, un grupo de amigos que nos habíamos reunido alrededor del grupo del Palotiau de Boltaña, con el que llevábamos tocando ya desde algunos años atrás, pensamos en la posibilidad de recuperar la ronda, un acto que había sido parte importante de nuestras fiestas, pero que se había perdido desde hacía ya un tiempo. Aquel día de San Pablo, fiesta menor de Boltaña, las viejas piedras del casco antiguo volvieron a vibrar con los familiares pero casi perdidos sones de la gaita, que desde que en los años sesenta muriera Chuan Cazcarra, de Bestué, el último de los gaiteros de Sobrarbe, no había rondado por las calles de nuestro lugar. Y con ella sonaron la trompa un oboe popular, los acordeones, y junto a ellos guitarras, guitarricos, laúdes y bandurrias, los instrumentos de la rondalla. Y hubo jotas, -¡cómo no!-, pero también, como las ha habido siempre en las rondas de la montaña, mazurkas, polcas y paso-dobles, músicas de Sobrarbe, del Pirineo entero y de todo Aragón; porrones y pastas, canciones y baile... Hubo, de nuevo, ronda. En estos momentos, treinta años después de aquella helada jornada de San Pablo, seguimos donde estábamos, donde queríamos estar, en Boltaña… Pero rondando algunas veces, eso sí, bastante más lejos de donde teníamos previsto; y cobrando, como siempre, muy cara nuestra música en chiretas, vino, fiesta y amistad

Y lo que te rondaré, morena.

La Ronda de Boltaña debuta en el Festival MÚVER