La sala de exposiciones del Torreón Fortea acoge hasta el 5 de marzo la exposición 'Ni sushi ni yakuza' del artista japonés afincado en Barcelona Hiroomi Ito. Las obras que componen la muestra tienen dos hilos conductores, la cocina japonesa (especialmente el sushi) y los tatuajes. El objetivo es poner en manifiesto la complejidad simbólica de estos dos elementos, exponiendo los problemas en torno a la herencia cultural y a la contemporaneidad, como la despersonalización del individuo, la precariedad laboral, las problemáticas mentales originadas por el covid o los fetichismos sociales japoneses, entre otros asuntos.
El artista utiliza estos símbolos de la visión occidental sobre Japón para reflejar un debate identitario latente, con una mirada ambivalente sobre su país de origen. Su enfoque es irreverente, confrontando su historia personal con las tradiciones japonesas y los cambios culturales que ha supuesto la globalización para Japón. La religión es uno de los temas más recurrentes en su obra, unida al respeto a la naturaleza y las relaciones con los demás.
Las obras siguen algunos de los elementos del estilo nihoga, que surgió en el periodo Meiji (1868-1912) como respuesta a la influencia del arte occidental. Así, utiliza diseños florales típicos de este estilo o materiales poco comunes en la pintura occidental como el papel de morera o de arroz. Sus composiciones transmiten serenidad y equilibrio y trasportan a los espectadores a un mundo de conexión con la naturaleza.
La exposición, comisariada por el zaragozano Mario Malo, ahonda en la relación entre Zaragoza y Japón, que cuenta con una larga trayectoria. En este caso, se aleja del exotismo para centrarse en una percepción contemporánea más conceptual, crítica y compleja.