Duración: 75 minutos

Espectáculo recomendado a para todos públicos.

SINOPSIS

Pasión Vega recorre el mapa sonoro de Federico García Lorca por los caminos de la música y la palabra. Canciones y poemas que nos recuerdan que aunque asesinaran a Federico y callaran su voz, hay un Lorca Sonoro que resonará siempre en los ecos de la memoria.

En este espectáculo, del que nace un nuevo disco en el que la intérprete malagueña ha trabajado estrechamente junto al músico y productor Jacob Sureda, conviven desde El Pequeño Vals Vienés, que comenzó siendo una canción de Leonard Cohen interpretada en inglés y transformada en cante por el gran Enrique Morente, o La Leyenda del Tiempo, aquel poema incluido en Así que pasen cinco años y que Ricardo Pachón musicó para la voz eterna de José Monge, Camarón de la Isla.

Sobre un repertorio transitado por las voces y cuerdas de Carlos Cano, Paco Ibáñez, Jorge Marazu, Javier Ruibal y Fito Páez, Pasión Vega no solo recoge aquellas canciones que impresionara la voz de La Argentinita, en un registro tan respetuoso como personal, desde el Caflé de Chinitas al Anda Jaleo y Nana de Sevilla… también, se atreve a evocar a Manuel de Falla o a entrecruzar El Romance del Sonámbulo de Federico García Lorca con Ojos Verdes, la célebre copla a la que puso música Manuel Quiroga, sobre versos originales de Rafal de León y de Salvador Valverde, tan injustamente olvidado.

LORCA SONORO

Aquí y ahora, en la voz pura de Pasión Vega, resucita Federico García Lorca. Sus palabras y la belleza de sus poemas, estarán encarnados, en cada función, por un actor de raza. En esta ocasión, por Víctor Clavijo.

García Lorca vive más allá de las voces de muerte y del amor oscuro; resucita en los sonidos negros que llevan de Manuel Torre a Camarón de la Isla; o en la autora de Nueva York, cuando Leonard Cohen y Enrique Morente bailan un vals en Viena y lo tomamos al sur; como un bebedizo a compás, que atraviesa continentes e idiomas.

Sólo el silencio, eso dicen en África, produce un gran ruido. El resto es la música, ese milagro que ojalá amanse a las fieras de la guerra: esa banda sonora que fabrica teselas de memoria para el gran mosaico de la vida. García Lorca revive en el ritmo húmedo del agua de La Alhambra; en las nanas y canciones de la vega granadina que traían las dulces criadas a su casa familiar; en las partituras que de joven interpretara al piano en la Baeza de Antonio Machado; en el canto jondo de Manuel de Falla, con Manolo Caracol en pantaloncitos cortos; en el son de Santiago, mientras arden las páginas de un libro; en las calles de Cádiz y de La Argentinita, cuando doblan las campanas por Ignacio Sánchez Mejías, a las cinco en punto de la tarde de todos los tiempos.

Aquel que quiso ser músico y quiso ser pintor, llena su palabra de compás y de luces: Hay que ser godo cantos, todo luz y bondad, recomendaba el poeta.

En su obra toda, el pentagrama se besa con la gramática, como un mapa exacto de la geografía humana que rodeó a su peripecia vital, desde Fuente Vaqueros al camino entre Víznar y Alfacar, pasando por los lugares que conociera su breve vida, desde la Granada flamenca al Madrid tonadillero, a la Cuba del Trío Matamoros, con Benny Moré, o el Nueva York donde el rey de Harlem quizá se cruzara con Duke Ellington o Count Basie. Lorca amaba la melodía latente, estructurada con sus centros nerviosos y sus ramitos de sangre. También gustó del silencio, pero no el de la muerte, aunque, en el fondo, el final propio tampoco le importara demasiado. Tenía razón: su letra y su música le reviven. No hay peligro de olvido.

JUAN JOSÉ TÉLLEZ RUBIO

EL CRIMEN FUE EN GRANADA

El 18 de agosto de 1936 asesinaron a Federico García Lorca. Desde ese día, nadie ha vuelto a escuchar su voz. Murió Federico y su voz murió con él, pero la sonoridad del poeta es inmortal y, como se puede ver en este espectáculo, siguen vivos los ecos del poeta sonoro en las voces que lo recitan, en las melodías que interpretó, en los cantes que rescató, en su palabra leída, en cada canción dedicada a él.

Siguen sonando en la memoria reacia al olvido las canciones de su infancia que susurraba su piano al oído de La Argentinita. Siguen revoloteando como blancas palomas todas las palabras que se hicieron poemas en otras bocas. Sigue su Verde que te quiero Verde retumbando como un cañón de esperanza por los cielos de las conciencias.

El 18 de agosto dejó de sonar su voz, pero ni el estruendo de aquellos disparos lo hicieron enmudecer. Quien pretendió callar al poeta aquel 18 de agosto no pudo silenciar al Lorca Sonoro, porque la sonoridad del poeta no podía encerrarse en una sola voz, ni siquiera en la suya, necesitaba recorrer los vértices del tiempo y el silencio para anidar en otras gargantas y cobrar distintas formas hasta hacerse eterna y omnipresente.

El 18 de agosto mataron a Federico, mataron su voz, pero hicieron eterno al Lorca Sonoro.

ANTONIO ROMERA CHIPI

PASION VEGA en concierto

Lorca Sonoro, espectáculo de creación a partir de una idea original de Pasión Vega, con dirección musical y arreglos de Jacob Sureda, a partir de textos originales de Federico García Lorca, Juan José Téllez, sobre un guión de Antonio Romera Chipi y Juan José Téllez

INTÉRPRETES

Pasión Vega (voz)

Ana López Segovia (actriz)

MÚSICOS

Jacob Sureda (piano)

José Vera (contrabajo)

Manuel Masaedo (percusiones)

EQUIPO ARTÍSTICO

Vestuario Antonio García

Iluminación Mikel Vitores

Técnico sonido Ernesto Maestro / Gonzalo Azcorreta / Adrián López

Técnico iluminación Mikel Vitores

DIRECCIÓN ESCÉNICA

Ana López Segovia

LORCA SONORO, es una producción de Pasión Vega.