EL SUEÑO DE LA RAZÓN

PRODUCCIONES FARAUTE / TEATRO ESPAÑOL

SINOPSIS

El Sueño de la Razón se desarrolla temporalmente en las últimas semanas de residencia de Francisco de Goya en Madrid, justo antes de auto exiliarse en Francia y fijar su residencia definitiva en Burdeos, diciembre de 1823. Son tiempos sombríos para Goya; viejo y pesimista, es acosado por sus miedos, obsesiones, fantasías grotescas y contradicciones vitales de las que su mujer Leocadia Zorrilla es el punto de mira.

Francisco de Goya escapa a través de su pintura más oscura, Las Pinturas Negras, plasmadas en las paredes de su Quinta del Sordo, de sus propios fantasmas y de la presión absolutista, cruel, representativa y asfixiante del rey Fernando VII que persigue a los simpatizantes de la ilustración, los liberales como él.

Si unimos el título de Buero Vallejo con el cuadro de Francisco de Goya en el que se inspiró El Sueño de la Razón produce Monstruos, ¿puede haber algo, desgraciadamente, más actual en estos momentos?

Contemplamos atónitos, avergonzados ante una pérdida de la razón, un desenfoque del pensamiento, del pensamiento racional, que hace de nuestra sociedad un ser colectivo aborregado y soñoliento.

Buero Vallejo la escribió en 1970; hasta hoy, esta es la trayectoria que queremos realizar y que sea un espejo donde nuestra gente vea reflejada su conducta aborregada y estúpida. Un canto al pensamiento, a la razón, a la luz de la mente que nos deje ver a través del manto de oscuridad que nos tienden las mentiras que nos crean, sin pudor y el falso oropel de las verdades adulteradas.

Buero Vallejo nos habla, con dolor, con profundo dolor, con personajes históricos e inventados, sobre nosotros desde una época determinada del pasado y lo hace para evitar la censura, ese monstruo de la razón, que hoy agazapado, sigue mostrando sus garras. Pero es la España de siempre condenada al ostracismo y a la incultura. Todo con tal de no dejarnos pensar; de adormecer nuestra razón. Gracias Buero.

José Carlos Plaza

Noviembre de 1973. Estoy en el ensayo general que se realiza en el Volkstheater de Rostock de mi obra El Sueño de la Razón. Su estreno fue el 10 de noviembre. Tengo tanta curiosidad como recelo. Se dice que los alemanes y los españoles somos tan distintos... El director de mi obra, Hanns Anselm Perten, me ha recibido con cálida y sobria simpatía. Discretamente, nos deja a mi esposa y a mí en una de las primeras files y se sitúa, con algunos de sus colaboradores, mucho más atrás. Aparece en escena Fernando VII; no se asemeja a sus retratos; incluso lleva barba. Su atavío es extraño: ni uniforme, ni frac. Un barroco traje constelado de brillos subraya la inhumanidad y el énfasis regio. Comprendo en el acto: con cuidado, pero con decisión, Perten ha aportado su personalidad creadora a la escenificación que se va a desarrollar entre claras referencias al ambiente goyesco y audacias expresionistas que no contradicen, sino que refuerzan el sentido del texto. Aquel personaje no tiene la cara del funesto monarca español, pero es él: trasluce la tiranía aplastante de un criminal que borda florecitas en un bastidor. Aparecen después Chritine van Santen -inconfundible "Leocadia"- y Gerd Micheel; con su acolchado anorak y su rostro apenas caracterizado, nadie diría, a primera vista, que este actor es Goya. Y, no obstante, es un sobrecogedor Goya durante la representación. Otros atinados hallazgos se suceden: por ejemplo, las dos mantas en que son envueltos Goya y el doctor Arrieta, que sugieren tanto el frío y la desolación como la condición de presos, o de locos, que los mejores españoles padecen bajo el terror reaccionario. O el encuentro entre Arrieta y el padre Duaso, que el director sitúa en un vago ambiente de iglesia y donde, con una simple silla de alto respaldo calado, esboza una especie de confesionario al que el doctor laico ha de acercarse con desagrado, pero forzosamente, y santiguarse de muy mala gana cuando el sacerdote lo hace. Termina el ensayo y me siento feliz. Busco a Perten y le digo: Gracias. Muchas gracias.

Varios meses llevaba El Sueño de la Razón en la censura, sin otra respuesta que el silencio administrativo y ya dábamos por definitivamente condenado su texto, cuando un inesperado cambio ministerial permitió obtener la autorización del estreno. Desde entonces, la obra ha transitado con buena fortuna por escenarios de Alemania, Italia, URSS, Polonia, Rumanía, Finlandia, Islandia, Checoslovaquia, Bulgaria, Estados Unidos... Tan prolongado recorrido me anima a suponer que este "sueño", nacido de mi rebeldía frente a una situación opresora, mantiene cierta vigencia ante muy otros públicos y realidades. Acaso se deba a que la obra se originara, también, en perdurables vivencias dramáticas y artísticas del pintor que quise ser y no fui.

Pero hablemos del pintor que me inspiró esta obra; de aquel genial sordo que escribió, en uno de sus más hondos grabados: El Sueño de la Razón produce Monstruos. Palabras que demuestran cómo, no obstante, la pesadilla que fue la segunda mitad de su vida, su razón no se dejó devorar por el sueño. En su arte hubo delirio, pero, así mismo, el reflejo lúcido de una monstruosa realidad. Socialmente, esta realidad es la de la restauración absolutista de Fernando VII, la del terror reaccionario, la del pueblo oprimido y sumido en la ignorancia, la de la libertad aplastada, una vez más, en España. Humanamente, es también la destructora realidad de la sordera, la ancianidad, el peligro (…).

Goya llega a sentirse, no sólo sordo físico, sino además “sordo” entre “sordos”: víctima de una situación social injusta y negativa. Pero, como él dice, no se siente “ciego”. Cuando hay sorderas colectivas, no todos se hallan ciegos. (En otras ocasiones -en mis obras, En la Ardiente Oscuridad, El Concierto de San Ovidio, Llegada de los Dioses- escribí sobre "ciegos" y era lo mismo: no todos estaban "sordos"). Siempre se puede ver o escuchar; y reflexionar. Y actuar.

El arte puede dar salida y sentido a toda tragedia. Mediante formas adecuadas, la incomunicación puede ser comunicada y vencida. Las formas escénicas son también, para mí, motivo de tenaces búsquedas. En sus formas, esta obra intenta ser una especie de comunicación total, de participación. Más no al modo físico, tan difundido hoy, de insertar al público en el espectáculo, modo que no repudio, pero que me parece a menudo externo y a veces contraproducente, sino de manera psicofísica. El espectador será sordo como Goya: será Goya. No oirá a quienes él no oye, y oirá lo que él oye dentro de su cerebro: sus propias palabras y su delirio lúcido. (En otras obras cegué al público; era, en el fondo, el mismo efecto) Creo que el espectador podrá comprender así más hondamente que, cuando la razón se duerme en un país, sus mejores hombres sueñan esperanzas sin dejar de razonar. Y aspiro a que el espectador se impregne de esto totalmente: no solo por la reflexión, sino por la emoción.

Y para terminar: esta obra -no se olvide- es un drama, no un estudio histórico. Algo de lo que le ocurre a Goya no consta en la historia y proviene de la invención -o la intuición- a que todo autor de teatro tiene derecho. Pienso, sin embargo, que esta invención o intuición mía, si no consta que sucediese, bien pudo suceder. en esta invención mía hay incluso un par de anacronismos, y uno de ellos bastante audaz. Tales licencias, como la de los conflictos íntimos atribuidos a los personajes, permiten al autor, aunque le estén vedados al historiador, poner de relieve la trágica situación que quizás Goya pudo sentir en su vida real, acosado por las trabas de una dictadura reaccionaria.

Antonio Buero Vallejo

El estreno de El Sueño de la Razón en Rostock (República Democrática Alemana), fue seguramente el mayor éxito de público y crítica de Buero Vallejo en Alemania. En las gestiones para su estreno allí, intervino el también dramaturgo español José María Camps. En la crítica de Norbert Bauer aparecida en el periódico local el 6 de diciembre de 1973, es sin duda, la más extensa y elogiosa de todas la publicadas en Alemania. Comienza con algo excepcional: "En Rostock ocurre raras veces que el aplauso del público se intensifique y se convierta en un aplauso de cadencias rítmicas. En el estreno de la obra El Sueño de la Razón sobre el pintor Goya se produjo este raro acontecimiento. Fue un estreno en la RDA, pero en realidad fue un estreno en Alemania, pues la pieza de Vallejo, hasta ahora no se había representado en la RFA". "La puesta en escena ha hecho perceptible la atmósfera de amenaza y de terror que dominaba la España de Fernando VII, símbolo de todos los demás regímenes fascistas [...] El personaje de Leocadia lo encarnó Chritine van Santen, la esposa del director. Antonio Buero Vallejo es considerado como el dramaturgo vivo más importante de España. Su pieza sobre Goya está llena de posibilidades escénicas, que Perten ha plasmado con todos los medios a su alcance". "El impacto sobre los espectadores de la obra de Buero Vallejo y su estreno en Rostock serán de efecto duradero. Seguramente ha sido la obra más impresionante que los espectadores han visto en la presente temporada hasta ahora en los teatro alemanes".

El Sueño de la Razón, de Antonio Buero Vallejo, a partir de una dramaturgia de José Carlos Plaza

REPARTO

Ana Fernández

Chema León

Carlos Martínez-Abarca

Montse Peidró

Fernando Sansegundo

Antonio Valero

EQUIPO ARTÍSTICO

Escenografía e iluminación Paco Leal

Vestuario Gabriela Salaverri

Espacio sonoro Arsenio Fernández

Fotografía cartel Luis Castilla

Fotografía Marcos G Punto

Diseño gráfico Gráficas Isasa

Realización decorados SCNIK MÓVIL

Tinte y ambientación María Calderón

Sastrería Luis Delgado

Transportes Transportes Castillo

Sonido Juanjo Cañadas

Maquinaria y regiduría Kike Hernando

Dirección técnica e iluminación Celso José Hernando

Dirección adjunta Jorge Torres

Gerencia José Casero

Producción ejecutiva Celestino Aranda

DIRECCIÓN

José Carlos Plaza

El Sueño de la Razón, es una producción de PRODUCCIONES TEATRALES FARAUTE / TEATRO ESPAÑOL

Duración: 100 minutos

Espectáculo recomendado para todos los públicos