Aunque todavía queden días de festival, se puede hablar sin miedo de 'Unicorn wars' (Oficial Fantàstic Competición y Anima't) como la película más sorprendente a concurso este año en Sitges. Da igual lo que creas saber sobre ella o sobre su autor, el brillante ilustrador y director de animación gallego Alberto Vázquez, ganador del Goya en 2017 por 'Psiconautas, los niños olvidados'. Nada te prepara para los juegos de contrastes, a muchos niveles, de este colorido pero amargo relato antibelicista, ecologista y feminista.

De nuevo, Vázquez usa imaginería fantástica para hablar de crudezas bien reales, pero esta vez se ha puesto especialmente kamikaze. De entrada, enfrenta a ositos y unicornios, epítomes de lo mono, en una guerra sanguinaria. Los primeros, todos masculinos, resultan aterradores por su vanidad. Los segundos, todos femeninos, tienen (engañoso) aspecto de figura demoníaca. "Quería buscar contrastes todo el tiempo", nos explica Vázquez. "También entre tonos: empieza como una comedia y se pone cada vez más dramática, pasando incluso por el horror, para luego ser más emotiva o acabar volviendo al humor. Quería sorprender y provocar, pero no provocar por provocar. Me interesaba provocar emociones".

Guerra santa y familiar

Como 'Psiconautas, los niños olvidados', el proyecto empezó siendo cómic y pasó al corto ('Sangre de unicornio', de 2013) antes de extenderse como largo. "En el corto veíamos a dos ositos cazando unicornios porque su sangre sabe a arándanos. Era mi forma de acercarme al drama del 'bullying'. Decidí coger ese universo, expandirlo y mezclarlo con el género bélico y una historia religiosa y mitológica".

En la película, los oseznos son ciudadanos de una sociedad militarizada y religiosa, mientras que los unicornios cabalgan con libertad por el Bosque Mágico, territorio que los primeros quieren reconquistar por considerar que les pertenece por derecho divino. Además de esta guerra santa, Vázquez nos presenta, en todavía mayor detalle, la guerra íntima entre dos ositos, los hermanos Azulín y Gordi, por el amor de su madre: "Estudié en un colegio católico. Me encantan la imaginería religiosa, los códices medievales o el Antiguo Testamento, que es especialmente cruel y uno de mis libros de ficción favoritos. La idea era explorar cómo se mezclan las leyendas y los grandes mitos universales con los pequeños mitos y las guerras familiares". 

Seis años de esfuerzo

Hacer realidad este sueño extraño llamado 'Unicorn wars' ha llevado alrededor de seis años, un tiempo dedicado en parte a asegurar la financiación. "Es complicado conseguir el dinero para esta clase de películas. En realidad, el sector de animación está dominado por el cine infantil", algo que, recordemos, avisemos, 'Unicorn wars' no es en absoluto. "Esta clase de proyecto requiere tiempo y tiempo es igual a dinero. A mí me da envidia cuando un director de imagen real dice que ha rodado en un mes. Eso en animación es imposible. Aunque hacemos cine, nos parecemos más a un estudio de videojuegos, con sus cincuenta personas trabajando a fondo durante años, con lo que supone de alquileres y sueldos cada mes".

Al grueso del equipo de 'Psiconautas' se unieron dos estudios franceses, uno de París y otro de Angulema. Vázquez, devoto de las 2D, dejó para Francia el trabajo de 3D. "Casi toda la película es animación tradicional. Lo distinto son los unicornios, pero incluso estos los acabamos repintando por encima para que parecieran hechos a mano. Las 3D nos han solucionado el problema de hacer una batalla con treinta caballos en cámara. ¡Animar caballos no es fácil!".