'El piloto': adrenalina sin fisuras

Desde que en 2006 protagonizara la adaptación del bárbaro cómic de Frank Miller '300', Gerard Butler se ha convertido en un peculiar héroe de acción que no tiene demasiado que ver con Jason Stathan, Van Damme y otros iconos del cine adrenalínico. De la mano de Guy Ritchie –‘RocknRolla’– o en la franquicia en la que ha encarnado a un guardaespaldas presidencial –‘Objetivo: la Casa Blanca’, ‘Objetivo Londres’ y ‘Objetivo Washington DC’–, Butler intenta ser algo más cercano. La violencia le reclama y él debe asumirlo. Es el caso de ‘El piloto’. En principio es un piloto de vuelos comerciales. Pero una noche de Fin de Año tormentosa –en el cielo– y un aterrizaje forzoso en una isla filipina dominada por milicias separatistas le convierten en un tipo que dispara certeramente y lucha cuerpo a cuerpo como el más experto de los mercenarios.

Jean-François Richet le pone algo de salsa al conjunto. Alternando el cine francés y el estadounidense, ha realizado filmes consistentes en los que su imaginación como director elevan en la medida de lo posible las insuficiencias argumentales. Además, en la alianza entre el piloto blanco y un asesino de raza negra que viaja esposado en el avión, hay ecos de su buen remake de ‘Asalto a la comisaría del distrito 13’ de John Carpenter. Anguloso y cortante, el estilo de Richet le va como anillo al dedo a esta propuesta canónica del cine de acción moderno.