Aunque nos falten las barras, con las nuevas medidas volvemos a los horarios habituales de la hostelería y se relajan un tanto las medidas de distanciamiento. Por mucho que la vacunación aumente, no hay que olvidar que la pandemia sigue allí y la siguiente ola acecha inmisericorde.

Debemos ir retomando una vida más o menos normal, aunque nada será igual tras estos largos meses que hemos sufrido. Mucha gente sigue optando por las terrazas a pesar del alto calor, obviando el aire acondicionado del interior, y nadie sabe qué pasará cuando llegue el frío. Se incrementa el número de comidas, pero las tan esperadas de negocios, de reunión, parece que se hacen esperar.

Por sus propias características los grandes eventos gastronómicos, esos que reúnen a la gente con la excusa de disfrutar de la cerveza, de las gastronetas, del vino o de los productores locales, parece que se harán esperar. Los obligatorios aforos exigen una mayor inversión por parte de la organización y los retornos, con menos gente, son también más escasos.

No obstante, y aunque sea a destiempo, las grandes citas ciudadanas en torno a la gastronomía se siguen celebrando. Con limitaciones, a veces con otras características, han vuelto los concursos de tapas a Zaragoza y Teruel, que también celebra estos días su feria del Jamón. A principios de semana, Sapha concitó el interés de los aficionados, como otras ferias que han alterado sus formatos. Pronto retornará la Liga de la tortilla y los restaurantes zaragozanos preparan ya sus menús especiales para los no-días del Pilar.

La vida sigue y no debemos perder la socialización en torno a la comida y la bebida, que nos caracteriza como cultura mediterránea. Los más pesimistas temen un cambio de hábitos, que de momento desmiente la voracidad con que los aficionados responden a las propuestas habituales. A lo que sí habrá que estar atentos será a la futura oferta hostelera, salvadas las grandes cadenas y las franquicias, los establecimientos medios, esos que cargan con diez o doce nóminas, sufrirán para sobrevivir, si no son capaces de adaptarse a las nuevas demandas que irán llegando progresivamente.