El objetivo de comer lo más saludable posible a veces está reñido con el sabor. Existe la creencia de que la comida sana conlleva cocinar alimentos a priori menos apetecibles, pero esto no tiene por qué ser así. Existen multitud de trucos que ayudan a que los platos sean más sabrosos sin tener que recurrir para ello a las grasas o recursos insanos. Aquí apuntamos varios de ellos.

Las verduras, protagonistas

¿Por qué no comer un plato de verduras con carne en lugar de uno de carne con verduras? En las proporciones está la clave. De esta forma se multiplicará de forma exponencial el aporte de agua, fibra y nutrientes de cada porción. Las legumbres también deberían pasar a ocupar un papel esencial en el menú diario. Para redondear las comidas, lo ideal es combinar vegetales crudos con otros cocinados. ¿Lo malo? Las patatas no cuentan.

Un plato de verduras. Shutterstock

La fruta, mejor entera

Adquirir el hábito de comer fruta entera es la mejor forma de reducir la ingesta de azúcares añadidos en otros alimentos insanos. Por eso, comerla como postre o entre comidas puede ser la mejor manera de aportar un extra de fibra y vitaminas. Eso sí, no vale ingerirla en forma de zumos, smoothies o batidos, ya que de esta forma se pierden gran parte de las propiedades nutricionales.

Una ensalada de frutas. Shutterstock

Nada de salsas comerciales

Un pequeño gesto que puede cambiar mucho las cosas es desterrar por completo las salsas comerciales. Nada de mayonesa, ketchup o mostaza comprada directamente en el supermercado. Mejor sustituirlo por un preparado de yogur natural o kéfir con especias elaborado en casa. Estas fórmulas eliminan por completo los azúcares añadidos, son mucho más saciantes y aportan proteínas.

Una serie de salsas caseras. Shutterstock

Vapor, plancha y horno

La forma de cocinar los alimentos también juega un papel fundamental. Por eso, freír no es la mejor opción, ya que carga los alimentos con una cantidad de grasa innecesaria. Aunque, como todo, si se hace bien y se consume de forma esporádica no representa ningún problema para la salud. Pero, para el día a día, es mucho mejor recurrir a la vaporera, el horno o la plancha. De esta forma se reduce el consumo de aceite y se potencia el sabor.

Pollo al horno. Shutterstock