Los diferentes eventos gastronómicos y agroalimentarios pueden tener muchas motivaciones. Desde el legítimo lucro empresarial, hasta la promoción de productos, la concienciación social, la generación de nuevos públicos o la consolidación de hábitos de consumo y alimentarios.

Asistimos estas semanas a muchos de ellos, que buscan aprovechar estos momentos –más que dulces, cargados de incertidumbres– en los que el personal tiene muchas, muchísimas ganas de salir. Llega la primavera, se acercan las vacaciones de Semana Santa y ante las poderosas dudas ante el futuro próximo, son muchos quienes se animar a salir a la calle a disfrutar de la gastronomía. Quizá, por si acaso.

Nos interesa destacar aquí la importancia de aquellos que consolidan tendencias o fijan modelos, además de perdurar en el tiempo. Es lo que parecen pretender con el Mes del Ternasco Asado, como la Liga de la Tortilla, el concurso de croquetas, Gastropasión o las rutas gastronómicas que organiza Horeca para las fiestas del Pilar. Que van, o deberían ir más allá, especialmente si cuentan con apoyo público.

Que el ternasco asado es una carencia en nuestras mesas públicas es una triste realidad. Y ojalá este mes sirva para que crezca el número de establecimientos que lo ofrecen habitualmente y llegue a convertirse en ese necesario emblema de nuestra gastronomía. ¿Se imaginan que su amigo gastrónomo asturiano apenas pueda recomendarle dos o tres restaurantes para disfrutar de una fabada? Pues eso nos pasa por aquí, cuando nos llaman de fuera.

De la misma manera, los menús de Semana Santa deben mirar hacia la tradición, los del Pilar hacia los productos de la tierra y las cotidianas croquetas y tortillas de patata tendrían que ser igual de buenas una vez pase el tiempo del concurso o certamen. Esa es la idea, estimular tanto al público aficionado, como al profesional, para que mejoren su trabajo cotidianamente. No solo ante la posibilidad de un premio, que puede ser efímero.

Estos eventos, y todos los que vayan en esta línea, son los que hay que apoyar. Los que crean cultura gastronómica y consolidan productos y métodos culinarios.