"Marianela te puede gustar o no, pero lo que es seguro es que otro igual no vas a encontrar". La tarjeta de presentación con que Noel Sánchez, copropietario de esta cafetería, define a este establecimiento funciona como una suerte de aviso a navegantes sobre lo que van a encontrar en su interior.

Fue hace 8 años, después de llevar más de la mita de su corta detrás de la barra, cuando se animó a abrir este negocio situado en la calle Manifestación de Zaragoza. No parecía tener otra escapatoria, ya que su familia directa ya se dedicaba a la hostelería. "Si lo hago para un tercero, por qué no para mí", cuenta que se preguntó a sí mismo antes de dar el salto. Y así, el día de su 29 cumpleaños, Marianela subió la persiana por primera vez.

Por dentro, la decoración evoca un costumbrismo que casa a la perfección con el nombre elegido, salido de la novela de Benito Pérez Galdós. En su interior, todo ha tenido ya una primera vida y se enfrenta a una segunda oportunidad. "En el estilo de la decoración no hay nada planeado. Hemos ido cogiendo todo y restaurándolo sobre la marcha, ya sea de mercadillos, de desvanes, de pisos de algún familiar o incluso de cosas que nos han dado", explica. El resultado es un espacio donde lo antiguo encuentra su espacio en el presente. Y a veces, la vida del ayer irrumpe de manera inesperada en el hoy.

"Este local en los años 50 era una sastrería de trajes a medida para hombres y un día vino una señora que nos relató que trabajaba aquí en los años 50", relata Sánchez. Precisamente, de aquellos retazos de historia conservan algo: "La base de nuestras mesas son de las máquinas Singer que se utilizaban hace 70 años".

Ineludiblemente, hay piezas que tienen un gran valor sentimental. Es el caso de un espejo de madera familiar o una silla que fue regalo de boda de sus padres. Son solo algunos ejemplos y todos ellos ahora tienen una misión, "hacer que te sientas como en casa y que estés a gusto mientras te estás tomando algo".

Nuevos tiempos

En el Marianela todo ha ido evolucionando. Primero eran 3 las personas que sacaban todo adelante; ahora son 9. También la carta. "Al principio no teníamos tanta oferta como ahora, pero a base de la mayor demanda, hemos ido ampliado las propuestas", explica Sánchez. Tartas, infusiones, tostadas, smoothies... ahora son más las propuestas y las variedades. Pero hay dos ejemplos que ilustran a la perfección los nuevos tiempos: la variedad de panes y las bebidas vegetales. "Si hace 8 años me dicen que tendríamos 6 tipos de leches distintas, no me lo hubiese creído", comenta con una ligera carcajada.

El establecimiento tampoco escapa de la tendencia de unir hostelería y retazos culturales. Tanto su escaparate como las paredes de su interior sirven como cobijo para exposiciones de artistas locales. "Cedemos estos espacios a todo aquel que quiera exponer su obra, ya sea de fotografía, de pintura e incluso de escultura", enumera. Tan buena acogida ha tenido que cada mes cambian la propuesta. "Conseguimos dos cosas, que la gente siempre vea cambios en el local y que los artistas puedan darse a conocer entre el público", subraya.

Y claro, no podía faltar el guiño literario relacionado con el nombre del establecimiento. "Mucha gente nos trae el libro de Galdós y ahora tenemos varias ediciones de la obra. Es divertido ver que la gente se acuerda de nosotros cuando ve ese libro", concluye.